Crítica: "Birds of Prey / Aves de presa", la maldición de Harley Quinn
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Por Edurne Sarriegui
El universo extendido de DC en manos de Warner estrena un nuevo capítulo. "Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn) / Birds of Prey: And the Fantabulous Emancipation of Harley Quinn" tiene como protagonista a la desquiciada psiquiatra y novia del Guasón de la insustancial "Escuadrón suicida" (2016), sin que este vuelo en solitario haya mejorado para nada su suerte.
Y es que nuevamente, como en su predecesora, vuelve a fallar estrepitosamente. Si bien la doctora Quinn fue el único personaje de aquella entrega que llegó a dejar alguna impronta, su paso al protagonismo no es precisamente feliz.
Bajo la dirección de Cathy Yan ("Death Pigs") y con guion de Christina Hodson ("Bumblebee"), Harley Quinn (Margot Robbie), con su actitud violenta y prepotente, tratará de imponerse en el bajo mundo de Ciudad Gótica por sus propios méritos una vez finalizado su romance con el Guasón.
Esta suerte de reivindicación femenina es compartida por un heterogéneo grupo de mujeres compuesto por la cantante Dinah Lance, alias Black Canary (Jurnee Smollet Bell), la frustrada policía Renee Montoya (interpretada por la actriz de origen puertorriqueño Rosie Pérez) y la misteriosa Helena Bertinelli, alias Huntress (Mary Elizabeth Winstead), que tratarán de proteger a la pequeña ladrona Cassandra Cain (Ella Jay Basco) de la ira del malvado Roman Sionis o Black Mask (Ewan MacGregor).
El confuso guion no consigue explicar debidamente cómo se conforma ese grupo pretendidamente feminista y, en un alarde de ineficacia, debe recurrir a un parlamento de la protagonista para explicar al resto de sus compañeras y al perplejo espectador cuáles son las motivaciones de cada una de ellas que las unen. No debió ser grato para sus creadores descubrir tal necesidad que debería haber quedado implícitamente resuelta en el devenir de los acontecimientos.
Aunque esta falta de claridad no es el menor, tampoco es el único problema de la cinta. El humor que sugiere el subtítulo resulta totalmente fallido y nunca consigue que sus chistes funcionen. La música pop resulta atronadora y la sempiterna presencia de la voz de la protagonista en su papel de narradora es particularmente molesta.
Lo mejor de "Aves de presa" se encuentra en sus escenas de acción perfectamente coreografiadas por Chad Stahelski ("John Wick") y su equipo de dobles de riesgo al que se recurrió en el último momento, seguramente en un intento por reflotar la cinta. Estas escenas que se encargan de exaltar las extraordinarias capacidades de los personajes, convierten a la película en un extenso combate de artes marciales mixtas que la empresa UFC se ha encargado de popularizar en todo el mundo durante los últimos años.
En "Aves de presa (Y la Fantabulosa emancipación de Harley Quinn) / Birds of Prey : And the Fantabulous emancipation of One Harley Quinn)" se hace evidente que el humo colorido, el brillo del vestuario y alguna actitud pretendidamente transgresora no alcanzan. Si la historia no resulta interesante y los personajes no tienen suficiente carisma, el tedio se instala definitivamente.
Y esta vez la habitual y esperada escena postcréditos no llega a ser tal, sino una broma o chiste que, como los restantes, tampoco funciona.
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El universo extendido de DC en manos de Warner estrena un nuevo capítulo. "Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn) / Birds of Prey: And the Fantabulous Emancipation of Harley Quinn" tiene como protagonista a la desquiciada psiquiatra y novia del Guasón de la insustancial "Escuadrón suicida" (2016), sin que este vuelo en solitario haya mejorado para nada su suerte.
Y es que nuevamente, como en su predecesora, vuelve a fallar estrepitosamente. Si bien la doctora Quinn fue el único personaje de aquella entrega que llegó a dejar alguna impronta, su paso al protagonismo no es precisamente feliz.
Bajo la dirección de Cathy Yan ("Death Pigs") y con guion de Christina Hodson ("Bumblebee"), Harley Quinn (Margot Robbie), con su actitud violenta y prepotente, tratará de imponerse en el bajo mundo de Ciudad Gótica por sus propios méritos una vez finalizado su romance con el Guasón.
Esta suerte de reivindicación femenina es compartida por un heterogéneo grupo de mujeres compuesto por la cantante Dinah Lance, alias Black Canary (Jurnee Smollet Bell), la frustrada policía Renee Montoya (interpretada por la actriz de origen puertorriqueño Rosie Pérez) y la misteriosa Helena Bertinelli, alias Huntress (Mary Elizabeth Winstead), que tratarán de proteger a la pequeña ladrona Cassandra Cain (Ella Jay Basco) de la ira del malvado Roman Sionis o Black Mask (Ewan MacGregor).
El confuso guion no consigue explicar debidamente cómo se conforma ese grupo pretendidamente feminista y, en un alarde de ineficacia, debe recurrir a un parlamento de la protagonista para explicar al resto de sus compañeras y al perplejo espectador cuáles son las motivaciones de cada una de ellas que las unen. No debió ser grato para sus creadores descubrir tal necesidad que debería haber quedado implícitamente resuelta en el devenir de los acontecimientos.
Aunque esta falta de claridad no es el menor, tampoco es el único problema de la cinta. El humor que sugiere el subtítulo resulta totalmente fallido y nunca consigue que sus chistes funcionen. La música pop resulta atronadora y la sempiterna presencia de la voz de la protagonista en su papel de narradora es particularmente molesta.
Lo mejor de "Aves de presa" se encuentra en sus escenas de acción perfectamente coreografiadas por Chad Stahelski ("John Wick") y su equipo de dobles de riesgo al que se recurrió en el último momento, seguramente en un intento por reflotar la cinta. Estas escenas que se encargan de exaltar las extraordinarias capacidades de los personajes, convierten a la película en un extenso combate de artes marciales mixtas que la empresa UFC se ha encargado de popularizar en todo el mundo durante los últimos años.
En "Aves de presa (Y la Fantabulosa emancipación de Harley Quinn) / Birds of Prey : And the Fantabulous emancipation of One Harley Quinn)" se hace evidente que el humo colorido, el brillo del vestuario y alguna actitud pretendidamente transgresora no alcanzan. Si la historia no resulta interesante y los personajes no tienen suficiente carisma, el tedio se instala definitivamente.
Y esta vez la habitual y esperada escena postcréditos no llega a ser tal, sino una broma o chiste que, como los restantes, tampoco funciona.
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