Crítica: "Rampage", destrucción que empieza por las ideas
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Por Edurne Sarriegui
"Proyecto Rampage / Rampage: Devastación / Rampage" (2018) es la nueva película basada en un clásico videojuego del mismo nombre cuyos derechos están en poder de Warner. Dirigida por Brad Peyton, está protagonizada por Dwayne Johnson, "La Roca", quienes ya coincidieron antes en la misma situación en "Terremoto: La falla de San Andrés".
Este film se incluye dentro de ese nuevo género que mezcla animales monstruosos, catástrofes urbanas y protagonistas dispuestos a todo para salvar la vida de desprevenidos ciudadanos. Un producto más de la fábrica de éxitos comerciales que nos regala todos los años unos cuantos estrenos con la vista puesta en los resultados de la taquilla pero que pocas veces logran dejar una impronta en nuestra memoria.
Para conseguir que los tres animalitos que en el video juego del año 1986 destruían una tras otra las grandes ciudades norteamericanas, las plumas de los guionistas Ryan Engle y Carlton Cuse pergeñan una historia de experimentos genéticos prohibidos por el gobierno debido al peligro potencial que suponen. Como sin transgresión no hay historia que contar, aparecen los malos de turno, codiciosos y sin escrúpulos que continúan con ellos. Y por supuesto, la historia se complica cuando los resultados superan todas las previsiones catastróficas que se pudieron hacer y el agente patógeno que provoca en los animales infectados un crecimiento desmesurado y una fuerza y agresividad extremas, afecta a tres animales al azar en tres lugares distintos del país.
Uno de ellos es Georges, un gorila albino que vive en un santuario para animales en California al cuidado de Davis Okoye (Dwayne Johnson), un exmilitar que prefiere la compañía de los animales antes que la de los humanos y que trabajó para la ONU combatiendo a los cazadores furtivos en África. Allí fue donde rescató a George cuando era un bebé que acababa de perder a su madre. El gorila, de actitudes y emociones cuasi-humanas, cambia su carácter y actitud debido al desconocido virus ante la perplejidad de los que le rodean. En la confusión que esto provoca y en el medio de un operativo por parte de una agencia estatal, se acerca a Okoye la doctora Kate Caldwel (Naomi Harris) una genetista que reconoce los síntomas y cree tener la solución para los mismos.
El gorila, el lobo y el caimán afectados confluyen hacia Chicago debido a una maniobra de los responsables de Energyne, la empresa detrás de los experimentos. A su paso desatarán la destrucción y pondrán en peligro a millones de habitantes del suelo norteamericano mientras el ejército opone todos sus medios de combate al ataque de las bestias y los protagonistas asumen características casi de superhéroes. Todo muy épico.
"Proyecto Rampage / Rampage: Devastación / Rampage" responde a los cánones del cine catástrofe y pone todo el arsenal tecnológico necesario para lograr imágenes impactantes de destrucción que se suceden sin cesar. Viene aderezada, eso sí, por los consabidos chistes que restan drama a las situaciones peligrosas y algunos personajes simpáticos que se contraponen a otros absolutamente opuestos. Y además ofrece el bonus de protección hacia los animales para aportar la nota sensible.
Es un ejemplo del tipo de película que compensa con acción la falta de emoción y que tapa con explosiones y demoliciones la falta de ideas.
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"Proyecto Rampage / Rampage: Devastación / Rampage" (2018) es la nueva película basada en un clásico videojuego del mismo nombre cuyos derechos están en poder de Warner. Dirigida por Brad Peyton, está protagonizada por Dwayne Johnson, "La Roca", quienes ya coincidieron antes en la misma situación en "Terremoto: La falla de San Andrés".
Este film se incluye dentro de ese nuevo género que mezcla animales monstruosos, catástrofes urbanas y protagonistas dispuestos a todo para salvar la vida de desprevenidos ciudadanos. Un producto más de la fábrica de éxitos comerciales que nos regala todos los años unos cuantos estrenos con la vista puesta en los resultados de la taquilla pero que pocas veces logran dejar una impronta en nuestra memoria.
Para conseguir que los tres animalitos que en el video juego del año 1986 destruían una tras otra las grandes ciudades norteamericanas, las plumas de los guionistas Ryan Engle y Carlton Cuse pergeñan una historia de experimentos genéticos prohibidos por el gobierno debido al peligro potencial que suponen. Como sin transgresión no hay historia que contar, aparecen los malos de turno, codiciosos y sin escrúpulos que continúan con ellos. Y por supuesto, la historia se complica cuando los resultados superan todas las previsiones catastróficas que se pudieron hacer y el agente patógeno que provoca en los animales infectados un crecimiento desmesurado y una fuerza y agresividad extremas, afecta a tres animales al azar en tres lugares distintos del país.
Uno de ellos es Georges, un gorila albino que vive en un santuario para animales en California al cuidado de Davis Okoye (Dwayne Johnson), un exmilitar que prefiere la compañía de los animales antes que la de los humanos y que trabajó para la ONU combatiendo a los cazadores furtivos en África. Allí fue donde rescató a George cuando era un bebé que acababa de perder a su madre. El gorila, de actitudes y emociones cuasi-humanas, cambia su carácter y actitud debido al desconocido virus ante la perplejidad de los que le rodean. En la confusión que esto provoca y en el medio de un operativo por parte de una agencia estatal, se acerca a Okoye la doctora Kate Caldwel (Naomi Harris) una genetista que reconoce los síntomas y cree tener la solución para los mismos.
El gorila, el lobo y el caimán afectados confluyen hacia Chicago debido a una maniobra de los responsables de Energyne, la empresa detrás de los experimentos. A su paso desatarán la destrucción y pondrán en peligro a millones de habitantes del suelo norteamericano mientras el ejército opone todos sus medios de combate al ataque de las bestias y los protagonistas asumen características casi de superhéroes. Todo muy épico.
"Proyecto Rampage / Rampage: Devastación / Rampage" responde a los cánones del cine catástrofe y pone todo el arsenal tecnológico necesario para lograr imágenes impactantes de destrucción que se suceden sin cesar. Viene aderezada, eso sí, por los consabidos chistes que restan drama a las situaciones peligrosas y algunos personajes simpáticos que se contraponen a otros absolutamente opuestos. Y además ofrece el bonus de protección hacia los animales para aportar la nota sensible.
Es un ejemplo del tipo de película que compensa con acción la falta de emoción y que tapa con explosiones y demoliciones la falta de ideas.
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