Crítica: "El insulto / L'insulte", palabras que explotan
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Por Eduardo Larrocha
"El insulto / L’insulte", cuarto largometraje de Ziad Doueiri, muestra y advierte sobre la absurda violencia del ser humano que llega a conducirnos a la guerra. El director franco-libanés, que fue ayudante de cámara de Quentin Tarantino, cuenta que la idea le surgió de un hecho real: una disputa que tuvo él mismo con un fontanero. Con Doueiri estaba en el momento de aquel altercado Joëlle Touma, coguionista de esta producción libanesa.
En un barrio de Beirut, Yasser (Kamel el Basha), refugiado palestino, junto a su cuadrilla, arregla unos desagües. La resistencia a los arreglos por parte de Toni, libanés cristiano, (Adel Karam) desemboca en unas palabras malsonantes del operario. En sí mismas no tendrían mayor importancia, pero derivadas de ellas se produce un ciclón personal, social y político. A partir de una ofensa que parece banal salen a relucir sentimientos con raíces profundas que son los que realmente enfrentan a los personajes. Los rivales llegan hasta los Tribunales y allí se pone en evidencia las turbulencias de almas heridas que albergan cada uno de los contendientes.
La película viene a ser una metáfora. Es un retrato en masculino de la brutalidad que nace de un pasado reciente de heridas no cicatrizadas. Un espejo del país con comunidades enfrentadas y autodestruidas por las diferentes guerras que siguen enquistadas en el Medio Oriente. El relato parte de un caso particular para hacer una radiografía de la perpetua división que sufre el Líbano. Quiere ser también un camino hacia la paz y la reconciliación, después de indagar en la génesis de contiendas civiles y bélicas. "El insulto" (L’insulte) no se ciñe a la realidad de ese país. Ese enfrentamiento tan masculino –las mujeres del entorno plantean solucionarlo con más cordura- tiene un carácter universal que la hace comprensible fuera del contexto concreto en el que se producen los hechos que narra. Al final, tras la catarsis, concluimos con un deseo del director a partir del título de la tragedia de Sakespeare : "Bien está lo que bien acaba".
"El insulto / L’insulte" fue muy bien acogida en la Mostra de Venecia donde Kamel el Basha obtuvo la copa Volpi a la mejor interpretación masculina. Además en su première en nuestro país consiguió el premio del público en la pasada edición de la Semana Internacional de cine de Valladolid (Seminci). Este drama psicosocial ha sido también una de las aspirantes al Oscar a la mejor película de lengua no inglesa que finalmente se ha llevado con toda legitimidad "La mujer Fantástica" de Sebastián Lelio. Frente a esa buena acogida en festivales la distribución de "El insulto" ha estado acompañada de polémica. El gobierno libanés ha obligado a incluir un texto que le desvincule de las opiniones vertidas en la película. Además ha sido rechazada por el Movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones(BDS) que en cumplimiento de la resoluciones de la ONU lucha por la liberación del territorio libanés ocupado por Israel. Polémica, política, e intenso retrato de la psicología masculina es recomendable para espectadores que quieren degustar un cine comprometido y apasionado.
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"El insulto / L’insulte", cuarto largometraje de Ziad Doueiri, muestra y advierte sobre la absurda violencia del ser humano que llega a conducirnos a la guerra. El director franco-libanés, que fue ayudante de cámara de Quentin Tarantino, cuenta que la idea le surgió de un hecho real: una disputa que tuvo él mismo con un fontanero. Con Doueiri estaba en el momento de aquel altercado Joëlle Touma, coguionista de esta producción libanesa.
En un barrio de Beirut, Yasser (Kamel el Basha), refugiado palestino, junto a su cuadrilla, arregla unos desagües. La resistencia a los arreglos por parte de Toni, libanés cristiano, (Adel Karam) desemboca en unas palabras malsonantes del operario. En sí mismas no tendrían mayor importancia, pero derivadas de ellas se produce un ciclón personal, social y político. A partir de una ofensa que parece banal salen a relucir sentimientos con raíces profundas que son los que realmente enfrentan a los personajes. Los rivales llegan hasta los Tribunales y allí se pone en evidencia las turbulencias de almas heridas que albergan cada uno de los contendientes.
La película viene a ser una metáfora. Es un retrato en masculino de la brutalidad que nace de un pasado reciente de heridas no cicatrizadas. Un espejo del país con comunidades enfrentadas y autodestruidas por las diferentes guerras que siguen enquistadas en el Medio Oriente. El relato parte de un caso particular para hacer una radiografía de la perpetua división que sufre el Líbano. Quiere ser también un camino hacia la paz y la reconciliación, después de indagar en la génesis de contiendas civiles y bélicas. "El insulto" (L’insulte) no se ciñe a la realidad de ese país. Ese enfrentamiento tan masculino –las mujeres del entorno plantean solucionarlo con más cordura- tiene un carácter universal que la hace comprensible fuera del contexto concreto en el que se producen los hechos que narra. Al final, tras la catarsis, concluimos con un deseo del director a partir del título de la tragedia de Sakespeare : "Bien está lo que bien acaba".
"El insulto / L’insulte" fue muy bien acogida en la Mostra de Venecia donde Kamel el Basha obtuvo la copa Volpi a la mejor interpretación masculina. Además en su première en nuestro país consiguió el premio del público en la pasada edición de la Semana Internacional de cine de Valladolid (Seminci). Este drama psicosocial ha sido también una de las aspirantes al Oscar a la mejor película de lengua no inglesa que finalmente se ha llevado con toda legitimidad "La mujer Fantástica" de Sebastián Lelio. Frente a esa buena acogida en festivales la distribución de "El insulto" ha estado acompañada de polémica. El gobierno libanés ha obligado a incluir un texto que le desvincule de las opiniones vertidas en la película. Además ha sido rechazada por el Movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones(BDS) que en cumplimiento de la resoluciones de la ONU lucha por la liberación del territorio libanés ocupado por Israel. Polémica, política, e intenso retrato de la psicología masculina es recomendable para espectadores que quieren degustar un cine comprometido y apasionado.
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