Crítica: "Dunkerque / Dunkirk", aún es posible que Hollywood haga obras maestras
- por © NOTICINE.com
Por Edurne Sarriegui
Christopher Nolan vuelve al ruedo y de nuevo muestra su personal manera de hacer cine. En "Dunkerque/ Dunkirk", el primero de sus largometrajes que no está basado en la ficción, toma un hecho de la II Guerra Mundial: la evacuación de las tropas aliadas que se encontraban sitiadas por las fuerzas alemanas en la homónima ciudad del norte de Francia, a 10 km de la frontera belga. Y si bien recurre a un tema que ha resultado ser fuente inagotable de material cinematográfico lo hace de un modo original.
El tema de la película la encuadra dentro del cine bélico pero aquí el eje no son las batallas, ni la estrategia, ni los héroes, sino el enfrentamiento de los hombres a un destino que se vislumbra fatal. Ni siquiera es importante el enemigo, que nunca se ve pero siempre se siente. Y Nolan consigue con su obra generar tensión y drama y asomar a los espectadores al borde de ese abismo por el que transitan los personajes.
A finales de mayo de 1940, más de un año antes de la entrada de Estados Unidos en la guerra, el ejército aliado se replegó en Dunkerque empujado por el avance inexorable de las fuerzas alemanas. Aislados en una estrecha franja de territorio se concentraron casi cuatrocientos mil hombres esperando una evacuación por mar como única salida para llegar a Gran Bretaña a través del Canal de la Mancha. Mientras tanto, los aviones de la Fuerza Aérea Alemana sobrevolaban la zona con la misión de frustrar el operativo.
Nolan hace transcurrir la acción en tres tiempos distintos y bajo tres puntos de vista diferentes. En tierra, los soldados en la playa concentrados para ser evacuados están representados por Tommy (Fionn Whithehead), tratando de sobrevivir los continuos tiroteos y bombardeos durante la semana que dura la evacuación.
En el mar, avanzan pequeñas embarcaciones particulares, muchas de ellas comandadas por sus dueños y escoltadas por la Marina Británica, para aumentar el número de las plazas para los evacuados. En una de ellas se encuentra Mr. Dawson (Mark Rylance) con su hijo Peter (Tom Glinn-Carney) y el joven grumete George (Barry Keoghan) en un viaje que dura un día.
En el aire, el joven piloto Farrier vuela junto a su escuadrilla para defender a la flota del ataque enemigo en un viaje que dura aproximadamente una hora y que no sabe si tendrá retorno.
Queda a cargo del espectador armar el rompecabezas que propone el realizador para ubicar las acciones en el momento en el que se desarrollan e interpretar los puntos de vista sobre los mismos hechos.
No es el único rasgo de originalidad. Aquí no hay héroes de la manera a la que el cine nos tiene acostumbrados. Los actos heroicos de estos personajes son los que pueden realizar hombres comunes y su difusión queda limitada al entorno más cercano.
Sin muchos diálogos, el film dice muchas cosas apoyado en las imágenes, volviendo a la esencia del cine. La ciudad desprovista de civiles ha perdido su naturaleza de hábitat de la vida y ha pasado a ser solo el escenario de la guerra, los miles de hombres se pierden en la inmensidad de las playas, el frío y el agua invaden todo. Lo que no dicen las palabras, lo dice la cámara.
No hay en "Dunkerque/ Dunkirk" ni un detalle al azar. Nada sobra y nada falta. No hay ni un brote patriotero, ni diálogos intrascendentes, ni personajes graciosos, ni chistes insólitos en los momentos más dramáticos, a los que Hollywood nos tiene acostumbrados. Y se agradece. Mucho.
Hay miedo y una descomunal necesidad de sobrevivir. Hay solidaridad y muestras de sacrificio de las que no constan en las grandes historias. Hay un alarde de humanidad que se expresa en las contradicciones y en la coherencia de los personajes.
"Dunkerque/ Dunkirk" es un film para un público amplio que excede a los amantes de un género. Es la prueba de que el cine sigue vivo. De que las grandes producciones no están condenadas a la creación adocenada o al esnobismo carente de creatividad.
Una buena oportunidad para ir al cine con ganas.
Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.
Christopher Nolan vuelve al ruedo y de nuevo muestra su personal manera de hacer cine. En "Dunkerque/ Dunkirk", el primero de sus largometrajes que no está basado en la ficción, toma un hecho de la II Guerra Mundial: la evacuación de las tropas aliadas que se encontraban sitiadas por las fuerzas alemanas en la homónima ciudad del norte de Francia, a 10 km de la frontera belga. Y si bien recurre a un tema que ha resultado ser fuente inagotable de material cinematográfico lo hace de un modo original.
El tema de la película la encuadra dentro del cine bélico pero aquí el eje no son las batallas, ni la estrategia, ni los héroes, sino el enfrentamiento de los hombres a un destino que se vislumbra fatal. Ni siquiera es importante el enemigo, que nunca se ve pero siempre se siente. Y Nolan consigue con su obra generar tensión y drama y asomar a los espectadores al borde de ese abismo por el que transitan los personajes.
A finales de mayo de 1940, más de un año antes de la entrada de Estados Unidos en la guerra, el ejército aliado se replegó en Dunkerque empujado por el avance inexorable de las fuerzas alemanas. Aislados en una estrecha franja de territorio se concentraron casi cuatrocientos mil hombres esperando una evacuación por mar como única salida para llegar a Gran Bretaña a través del Canal de la Mancha. Mientras tanto, los aviones de la Fuerza Aérea Alemana sobrevolaban la zona con la misión de frustrar el operativo.
Nolan hace transcurrir la acción en tres tiempos distintos y bajo tres puntos de vista diferentes. En tierra, los soldados en la playa concentrados para ser evacuados están representados por Tommy (Fionn Whithehead), tratando de sobrevivir los continuos tiroteos y bombardeos durante la semana que dura la evacuación.
En el mar, avanzan pequeñas embarcaciones particulares, muchas de ellas comandadas por sus dueños y escoltadas por la Marina Británica, para aumentar el número de las plazas para los evacuados. En una de ellas se encuentra Mr. Dawson (Mark Rylance) con su hijo Peter (Tom Glinn-Carney) y el joven grumete George (Barry Keoghan) en un viaje que dura un día.
En el aire, el joven piloto Farrier vuela junto a su escuadrilla para defender a la flota del ataque enemigo en un viaje que dura aproximadamente una hora y que no sabe si tendrá retorno.
Queda a cargo del espectador armar el rompecabezas que propone el realizador para ubicar las acciones en el momento en el que se desarrollan e interpretar los puntos de vista sobre los mismos hechos.
No es el único rasgo de originalidad. Aquí no hay héroes de la manera a la que el cine nos tiene acostumbrados. Los actos heroicos de estos personajes son los que pueden realizar hombres comunes y su difusión queda limitada al entorno más cercano.
Sin muchos diálogos, el film dice muchas cosas apoyado en las imágenes, volviendo a la esencia del cine. La ciudad desprovista de civiles ha perdido su naturaleza de hábitat de la vida y ha pasado a ser solo el escenario de la guerra, los miles de hombres se pierden en la inmensidad de las playas, el frío y el agua invaden todo. Lo que no dicen las palabras, lo dice la cámara.
No hay en "Dunkerque/ Dunkirk" ni un detalle al azar. Nada sobra y nada falta. No hay ni un brote patriotero, ni diálogos intrascendentes, ni personajes graciosos, ni chistes insólitos en los momentos más dramáticos, a los que Hollywood nos tiene acostumbrados. Y se agradece. Mucho.
Hay miedo y una descomunal necesidad de sobrevivir. Hay solidaridad y muestras de sacrificio de las que no constan en las grandes historias. Hay un alarde de humanidad que se expresa en las contradicciones y en la coherencia de los personajes.
"Dunkerque/ Dunkirk" es un film para un público amplio que excede a los amantes de un género. Es la prueba de que el cine sigue vivo. De que las grandes producciones no están condenadas a la creación adocenada o al esnobismo carente de creatividad.
Una buena oportunidad para ir al cine con ganas.
Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.