Crítica: "Maravillosa familia de Tokyo", de nuevo a la sombra del maestro Ozu
- por © NOTICINE.com
Por Eduardo Larrocha
Vaya susto se lleva Shuzo, el padre y abuelo de familia, cuando en el cumpleaños de su esposa Tamiko ésta le pide el divorcio como regalo de cumpleaños. Parece una broma pesada. Él, viejo cascarrabias, no se lo puede creer. Llevan toda una vida casados pero durante todos esos años, el machismo indolente del marido ha dejado mucho que desear. Es el momento de la verdad y de la venganza. Los miembros de esta extraña familia normal se revolucionan para que la sangre no llegue al río, pero también sacan a relucir sus respectivos agravios. En ese intento de recomponer los platos rotos se desarrolla la tragicomedia "Maravillosa familia de Tokyo / What a Wonderful Family! / Kazoku wa tsuraiyo" (2016).
Yoji Yamada, el director, viene a tener la misma edad que el fallecido realizador francés Erich Rohmer cuando estrenó "Cuentos de otoño". A la hora de realizar sus películas, ambos cineastas comparten un impulso de juventud que parece desmentir las ocho décadas largas de su calendario biográfico.
Acostumbrados al drama del cine japonés y oriental en general, una comedia refresca el ambiente. Yoji Yamada no hacía reír a su público nipón desde hace más de 20 años con una serie de capítulos bajo el denominador común de "Tora San".
En el desarrollo de la nueva película del veterano Yamada se echa de menos la sobriedad de sus anteriores películas. Resulta innecesario por exagerado el histrionismo caricaturesco con el que los intérpretes expresan sentimientos y desavenencias hasta hacer casi ridículos a los miembros del clan familiar. Los actores que dan vida al padre, madre, hijos, nietos, novia, yerno y nuera son los mismos interpretes, por cierto, que la anterior "Familia de Tokyo" que rendía explícito homenaje a Yasujiro Ozu, grande entre los grandes cineastas japoneses y a quien Yamada considera su maestro. Nos abstenemos de enunciar sus nombres, simplemente han pasado tres años, para personajes y actores.
La trama de esta comedia japonesa que participó en la sección oficial de la última edición de la Semana de cine de Valladolid (Seminci) discurre por dos vías paralelas. Por un lado la familia que se ve sorprendida y enloquece con la petición disonante de la madre. Además, en un taller literario que comparte con venerables damas de la ciudad, Tamiko descubre la libertad que le ha sido esquiva durante su larga vida. Nunca es tarde. La imaginación volcada en la escritura la transforma en alas para seguir creciendo y dar un vuelco de sentido a su existencia. Este será el fruto maduro de una realidad cargada de frustración femenina. A la vez, con ese tono de comedia algo amarga, la película muestra y denuncia la tragedia del sometimiento.
"Una maravillosa familia de Tokyo" hace un retrato sociológico y sicológico del papel de la mujer en la familia tradicional japonesa. Y del papel masculino también. Es una pena porque resta fuerza a la narración el exceso de "gags" sobreactuados de este largometraje que llega ahora a las salas comerciales españolas.
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Vaya susto se lleva Shuzo, el padre y abuelo de familia, cuando en el cumpleaños de su esposa Tamiko ésta le pide el divorcio como regalo de cumpleaños. Parece una broma pesada. Él, viejo cascarrabias, no se lo puede creer. Llevan toda una vida casados pero durante todos esos años, el machismo indolente del marido ha dejado mucho que desear. Es el momento de la verdad y de la venganza. Los miembros de esta extraña familia normal se revolucionan para que la sangre no llegue al río, pero también sacan a relucir sus respectivos agravios. En ese intento de recomponer los platos rotos se desarrolla la tragicomedia "Maravillosa familia de Tokyo / What a Wonderful Family! / Kazoku wa tsuraiyo" (2016).
Yoji Yamada, el director, viene a tener la misma edad que el fallecido realizador francés Erich Rohmer cuando estrenó "Cuentos de otoño". A la hora de realizar sus películas, ambos cineastas comparten un impulso de juventud que parece desmentir las ocho décadas largas de su calendario biográfico.
Acostumbrados al drama del cine japonés y oriental en general, una comedia refresca el ambiente. Yoji Yamada no hacía reír a su público nipón desde hace más de 20 años con una serie de capítulos bajo el denominador común de "Tora San".
En el desarrollo de la nueva película del veterano Yamada se echa de menos la sobriedad de sus anteriores películas. Resulta innecesario por exagerado el histrionismo caricaturesco con el que los intérpretes expresan sentimientos y desavenencias hasta hacer casi ridículos a los miembros del clan familiar. Los actores que dan vida al padre, madre, hijos, nietos, novia, yerno y nuera son los mismos interpretes, por cierto, que la anterior "Familia de Tokyo" que rendía explícito homenaje a Yasujiro Ozu, grande entre los grandes cineastas japoneses y a quien Yamada considera su maestro. Nos abstenemos de enunciar sus nombres, simplemente han pasado tres años, para personajes y actores.
La trama de esta comedia japonesa que participó en la sección oficial de la última edición de la Semana de cine de Valladolid (Seminci) discurre por dos vías paralelas. Por un lado la familia que se ve sorprendida y enloquece con la petición disonante de la madre. Además, en un taller literario que comparte con venerables damas de la ciudad, Tamiko descubre la libertad que le ha sido esquiva durante su larga vida. Nunca es tarde. La imaginación volcada en la escritura la transforma en alas para seguir creciendo y dar un vuelco de sentido a su existencia. Este será el fruto maduro de una realidad cargada de frustración femenina. A la vez, con ese tono de comedia algo amarga, la película muestra y denuncia la tragedia del sometimiento.
"Una maravillosa familia de Tokyo" hace un retrato sociológico y sicológico del papel de la mujer en la familia tradicional japonesa. Y del papel masculino también. Es una pena porque resta fuerza a la narración el exceso de "gags" sobreactuados de este largometraje que llega ahora a las salas comerciales españolas.
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