Crítica: "X-Men: Apocalipsis", insulsa y decadente
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Por Borja Garrido
La noria sigue girando. "El año de los superhéroes" continúa demostrando una vez más que las grandes producciones multimillonarias basadas en el entretenimiento efímero y voraz son la tónica habitual dentro del género, y que las propuestas alternativas parecen haber quedado escondidas en algún recóndito rincón lejos de cualquier mirada. Lo cierto es que las aventuras de superhéroes llevan coexistiendo en la industria del cine de manera privilegiada especialmente a lo largo de los últimos años, y exceptuando algunos proyectos como "El caballero oscuro / El caballero de la noche/ The Dark Knight" de Christopher Nolan o "Watchmen: Los vigilantes / Watchmen" de Zack Snyder -aunque ambas tuvieron una aceptación y éxito totalmente diferente- que abogan por abordar comprometidos mundos heroícos bajo un paradigma mucho más personal, el ritmo general nos ha llevado hacia aventuras genéricas que pocas o ninguna novedad traen más allá del cambio de universo cómic en el que se desarrollen. Por ello, es ya palpable el hartazgo que ciertos sectores del público han desarrollado hacia este tipo de producciones; y no es que "X-Men: Apocalipsis / Apocalypse" sea un film que por sí solo sea malo, pero no aporta nada nuevo a un modelo que está en caída libre, en una marcada decadencia del cine más puramente comercial y que se basa en mostrar a las audiencias una y otra vez el mismo producto pero cambiado de color.
Uno de los problemas que pronto se pueden llegar a apreciar es la ausencia total y absoluta de riqueza narrativa planteada en la naturaleza del conflicto. Aunque el regreso de un villano milenario y con una serie de capacidades que lo convierten en un auténtico dios, Apocalipsis (Oscar Isaac), puede resultar atractivo en primera instancia, lo cierto es que desde el film se aborda de manera simplista y poco elegante, al igual que el posterior proceso de captación de superhéroes para entrar a sus filas, dejando pasar la oportunidad de plantear un conflicto mucho más profundo; todo ello por no mencionar lo plano e insulso que resulta por sí mismo.
Por suerte, la figura de Magneto (Michael Fassbender) consigue ampliar en cierta manera la vertiente argumental satisfactoriamente, y apena en cierta manera el hecho de que no se haya indagado más en otros héroes que, aunque con pasados ya conocidos por los fans, representan una función desaprovechada. Por tanto, en lo que a argumento se refiere, da la sensación de que se ha querido salir del paso sin llevar al espectador hacia una trama compleja y que profundice en conflictos más ricos desde el punto de vista narrativo, dando nuevamente al público lo que podemos denominar como "Aventura general de superhéroes: Enésimo capítulo", con todo lo bueno y lo malo que eso puede representar para los gustos de cada cinéfilo.
En el plano interpretativo, y únicamente pudiendo destacar del bando de los villanos las bondades que aporta Michael Fassbender de manos del carismático Magneto, todas nuestras esperanzas recaen rápidamente en los mutantes aliados del Profesor Xavier (James McAvoy), quien, por cierto y por desgracia, no se torna tan importante debido a la incompatibilidad de actitudes con la intensidad que pretende transmitir el film.
El pequeño grupo de avanzadilla formado por Jean Grey (Sophie Turner), Cíclope (Tye Sheridan) y Rondador Nocturno (Kodi Smit-McPhee) son los personajes que aportan la luz que necesita encontrar la producción en ciertos momentos que parecen carentes de todo interés. Otros ya habituales en la franquicia, como Mística (Jennifer Lawrence) o Hank McCoy (Nicholas Hoult) cumplen dentro de las exigencias simplistas en las que al parecer han sido encasillados sus personajes.
Más allá de la aparición a modo de guiño y fanservice de un Hugh Jackman alocado pero, como siempre, coherente con la situación de su personaje, destacamos la presencia de Mercurio (Evan Peters), que se convierte desde los primeros instantes en un revulsivo cargado de frescura capaz de lograr sacar la sonrisa y las carcajadas de los espectadores; en definitiva, todo un acierto dentro de un elenco interpretativo de calidad pero aparentemente capado por un guión poco elaborado y profundo.
Definitivamente, el principal punto que hace que sea necesario catalogar la película como repetitiva con respecto a la tónica general, y que en cierta manera la sentencia a quedar preservada en un segundo plano es la apuesta general del proyecto. Una visión simple y rápida de un conflicto entre villanos y superhéroes ha logrado atraer la atención de millones de espectadores durante muchos años, pero en un sector que ya está completamente saturado y en decadencia eso ya no es suficiente, y las propuestas originales que quieren de verdad profundizar y echar raíces se premian mucho más que unos efectos especiales multimillonarios en los que, desde luego, no se ha escatimado en gastos con el fin de adornar un film que se queda a medio fuelle en prácticamente todas sus facetas, pero especialmente en un guión poco elaborado y desgastado. Todo queda pues en un entretenimiento insulso y decadente, que no aburre, pero no sorprende. La noria sigue girando.
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La noria sigue girando. "El año de los superhéroes" continúa demostrando una vez más que las grandes producciones multimillonarias basadas en el entretenimiento efímero y voraz son la tónica habitual dentro del género, y que las propuestas alternativas parecen haber quedado escondidas en algún recóndito rincón lejos de cualquier mirada. Lo cierto es que las aventuras de superhéroes llevan coexistiendo en la industria del cine de manera privilegiada especialmente a lo largo de los últimos años, y exceptuando algunos proyectos como "El caballero oscuro / El caballero de la noche/ The Dark Knight" de Christopher Nolan o "Watchmen: Los vigilantes / Watchmen" de Zack Snyder -aunque ambas tuvieron una aceptación y éxito totalmente diferente- que abogan por abordar comprometidos mundos heroícos bajo un paradigma mucho más personal, el ritmo general nos ha llevado hacia aventuras genéricas que pocas o ninguna novedad traen más allá del cambio de universo cómic en el que se desarrollen. Por ello, es ya palpable el hartazgo que ciertos sectores del público han desarrollado hacia este tipo de producciones; y no es que "X-Men: Apocalipsis / Apocalypse" sea un film que por sí solo sea malo, pero no aporta nada nuevo a un modelo que está en caída libre, en una marcada decadencia del cine más puramente comercial y que se basa en mostrar a las audiencias una y otra vez el mismo producto pero cambiado de color.
Uno de los problemas que pronto se pueden llegar a apreciar es la ausencia total y absoluta de riqueza narrativa planteada en la naturaleza del conflicto. Aunque el regreso de un villano milenario y con una serie de capacidades que lo convierten en un auténtico dios, Apocalipsis (Oscar Isaac), puede resultar atractivo en primera instancia, lo cierto es que desde el film se aborda de manera simplista y poco elegante, al igual que el posterior proceso de captación de superhéroes para entrar a sus filas, dejando pasar la oportunidad de plantear un conflicto mucho más profundo; todo ello por no mencionar lo plano e insulso que resulta por sí mismo.
Por suerte, la figura de Magneto (Michael Fassbender) consigue ampliar en cierta manera la vertiente argumental satisfactoriamente, y apena en cierta manera el hecho de que no se haya indagado más en otros héroes que, aunque con pasados ya conocidos por los fans, representan una función desaprovechada. Por tanto, en lo que a argumento se refiere, da la sensación de que se ha querido salir del paso sin llevar al espectador hacia una trama compleja y que profundice en conflictos más ricos desde el punto de vista narrativo, dando nuevamente al público lo que podemos denominar como "Aventura general de superhéroes: Enésimo capítulo", con todo lo bueno y lo malo que eso puede representar para los gustos de cada cinéfilo.
En el plano interpretativo, y únicamente pudiendo destacar del bando de los villanos las bondades que aporta Michael Fassbender de manos del carismático Magneto, todas nuestras esperanzas recaen rápidamente en los mutantes aliados del Profesor Xavier (James McAvoy), quien, por cierto y por desgracia, no se torna tan importante debido a la incompatibilidad de actitudes con la intensidad que pretende transmitir el film.
El pequeño grupo de avanzadilla formado por Jean Grey (Sophie Turner), Cíclope (Tye Sheridan) y Rondador Nocturno (Kodi Smit-McPhee) son los personajes que aportan la luz que necesita encontrar la producción en ciertos momentos que parecen carentes de todo interés. Otros ya habituales en la franquicia, como Mística (Jennifer Lawrence) o Hank McCoy (Nicholas Hoult) cumplen dentro de las exigencias simplistas en las que al parecer han sido encasillados sus personajes.
Más allá de la aparición a modo de guiño y fanservice de un Hugh Jackman alocado pero, como siempre, coherente con la situación de su personaje, destacamos la presencia de Mercurio (Evan Peters), que se convierte desde los primeros instantes en un revulsivo cargado de frescura capaz de lograr sacar la sonrisa y las carcajadas de los espectadores; en definitiva, todo un acierto dentro de un elenco interpretativo de calidad pero aparentemente capado por un guión poco elaborado y profundo.
Definitivamente, el principal punto que hace que sea necesario catalogar la película como repetitiva con respecto a la tónica general, y que en cierta manera la sentencia a quedar preservada en un segundo plano es la apuesta general del proyecto. Una visión simple y rápida de un conflicto entre villanos y superhéroes ha logrado atraer la atención de millones de espectadores durante muchos años, pero en un sector que ya está completamente saturado y en decadencia eso ya no es suficiente, y las propuestas originales que quieren de verdad profundizar y echar raíces se premian mucho más que unos efectos especiales multimillonarios en los que, desde luego, no se ha escatimado en gastos con el fin de adornar un film que se queda a medio fuelle en prácticamente todas sus facetas, pero especialmente en un guión poco elaborado y desgastado. Todo queda pues en un entretenimiento insulso y decadente, que no aburre, pero no sorprende. La noria sigue girando.
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