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Por Eduardo Larrocha

En "La Juventud / Youth", Paolo Sorrentino, guionista y director, hace una evocación nostálgica de lo más valioso que el tiempo nos hace perder. Un par de  amigos que se acercan o sobrepasan los ochenta dialogan sobre la vida que están dejando atrás y el final del amor. Dos grandes actores interpretan a los personajes principales.  Michael Caine es Fred Ballinger, director de orquesta y compositor a quien la Reina de Inglaterra tienta para que vuelva a empuñar la batuta.  Mick Boyle, Harvey Keitel, está rodando la que será su película postrera. En el título anticipa su significado: "El último día de mi vida".

Contar con ambos actores ha sido la apuesta segura de Sorrentino. Su presencia es el señuelo que permite saborear  la corrosiva y complaciente mirada sobre la vida que se va terminando, mientras el pasado se aleja sin remedio. Junto a Caine y Keitel intervienen otras estrellas como Rachel Weisz, hija de Fred, y Jane Fonda, antigua amante soñada de ambos protagonistas. Esta coproducción de Italia, Francia, Suiza y Gran Bretaña incluye el cameo de un orondo y deteriorado Maradona que está en cura de reposo.

"La gran belleza", el anterior largometraje de Sorrentino, fue tan admirada como denostada, a pesar de haber obtenido en 2013 el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. En un encuentro en Trieste, recuerdo a Claudio Magris, cinéfilo, además de viajero y escritor, acusarla de repetir en estilo y temática "La Dolce Vita", aquella memorable obra de Federico Fellini. Por el mismo motivo, otros reputados espectadores y críticos alabaron "La gran belleza". En su séptima película  el director italiano  insiste en la fórmula y sus detractores opinan lo mismo. No obstante, Sorrentino tiene una mirada  propia que prueba que el "dejà vu" no significa que el modelo esté agotado. Quienes así lo sienten podrán  seguir disfrutando de las secuencias de "La juventud". Como en "La montaña mágica" de Thomas Mann, las dos horas de esta película discurren, aparentemente apacibles, en un balneario suizo y nos evocan otros productos fellinianos como  "E la nave va" y hasta "Roma" o "Amarcord". Cada espectador decide si le gusta o no esta manera muy estética de hablar en imágenes sobre el devenir de la existencia con una  mirada bastante cínica que convierte la melancolía por el paso del tiempo en una comedia amarga.  

Al abandonar su butaca  puede que algún espectador sienta el deseo de volver a escuchar "Simple Song" (Canciones sencillas) que interpreta en escena la soprano japonesa Sumi Yo. En "youtube" se puede encontrar esta canción y los demás temas musicales que suenan en las dos horas largas, a veces amenas, a veces dispersas, de "La juventud." No es extraño que sea David Lang con "Simple Song" uno de los aspirantes al Óscar a la mejor canción original. La música, en esta película, es fuente de vida y hasta de resurrección de quienes la crean, la interpretan o la escuchan con pasión. Cada cual tiene sus preferencias a la hora de crecer y disfrutar.

"La juventud / Youth" se estrenó en el pasado Festival Internacional de cine de Cannes, no figuró en el Palmarés, pero meses más tarde fue la triunfadora de los premios del cine europeo (EFA), y llega este fin de semana a las salas de algunas ciudades españolas. El último fotograma  recuerda a Francesco Rossi, otro de los grandes maestros italianos que falleció hace ahora un año, justo cuando Sorrentino terminaba de montar su película. Conviene verla en versión original en inglés tal y como la ha querido el director con las magníficas voces de los grandes actores que pueblan la pantalla.

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