Crítica: "Brooklyn", romance emigrante en la Nueva York de los 50
- por © NOTICINE.com
Por Edurne Sarriegui
“Brooklyn” es una coproducción irlandesa, británica y canadiense dirigida por el irlandés John Crowley (“Intermission”), que acaba de ser nominada al Oscar a mejor película. Basada en la novela homónima de su compatriota Colm Tóibín y adaptada para la pantalla por Nick Hornby (“Enseñanza de vida / An education”), es un drama romántico que transcurre a caballo entre dos mundos: una pequeña ciudad irlandesa y la ciudad de Nueva York al principio de los años cincuenta. Cuando en Estados Unidos algunos sectores quieren cerrar el país a la emigración, este historia nos recuerda que los latinos no han sido los únicos en buscar aquí una vida mejor.
Eilis, la protagonista (Saoirse Ronan, nominada también a mejor actriz), vive en Irlanda con su madre viuda y su hermana mayor Rose. Sin grandes perspectivas de trabajo y progreso, parte hacia los Estados unidos bajo la tutela de un sacerdote amigo de su hermana. Asustada e invadida por la nostalgia, se instalará en Brooklyn, lugar donde viven muchos inmigrantes como ella. Allí comenzará a trabajar en una tienda por departamentos y a estudiar en la universidad para alcanzar su meta de ser contable algún día. Poco a poco comenzará a superar esos sentimientos de pesadumbre y añoranza a medida que se integra con el entorno de la gran ciudad en la que ahora vive. En los bailes que organiza la iglesia conoce a Tony, un italo-americano del que se enamora y nuevos sentimientos surgen para sustituir a los viejos. Ante las malas noticias que recibe de su casa, debe volver para visitar a su madre.
La historia de “Brooklyn” no resulta novedosa. La crónica del inmigrante que debe adaptarse a una realidad desconocida y confiar en su fortaleza para salir adelante ha sido ampliamente referida. Sin embargo, “Brooklyn” resulta atractiva porque en la simpleza de su trama se destacan sus personajes.
Eilis recorre un arco que va desde una temerosa y asustada jovencita hasta una mujer joven segura de lo que quiere. La exquisita interpretación de Saoirse Ronan dota a Eilis de gestos y actitudes que reflejan el torbellino de emociones internas que le invaden sin caer en desmesuras y melodramas. Cuando regresa a su ciudad y la suerte que le era esquiva pasa a favorecerle se hace evidente que la única situación que cambió es su propia actitud. La niña insignificante que partió vuelve convertida en una mujer capaz de mostrar todo su potencial y ahora el trabajo y el amor aparecen aún en contra de sus deseos.
Tony, interpretado por Emory Cohen, transmite la ilusión del enamoramiento de un joven casi adolescente. La pareja protagonista está sostenida por personajes secundarios que tienen mucho para aportar al desarrollo del argumento. La naturalidad y la credibilidad de todos dan la sensación de que pueden estar contando la historia de personajes reales y consiguen rápidamente la empatía y la complicidad de los espectadores. Habrá muchos que podrán pensar en su propia historia familiar, particularmente en sociedades que se han construido sobre la inmigración.
Impecable en su recreación de época, John Crowley cuenta una historia simple de una manera elegante. “Brooklyn” es una película amable, ni tan áspera como para disgustar a las mujeres ni tan melosa como para alejar a los hombres. Ni lija ni terciopelo. Como para tomarse un descanso. Porque no todo tiene que ser ni tan fuerte, ni tan trascendente, ni tan heroico...
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