Quibi, la primera plataforma digital en caer
- por © Alvaro Juanas-NOTICINE.com
La plataforma de streaming Quibi anuncia su cierre tan sólo seis meses después de su lanzamiento. El servicio de transmisión de medios online, principalmente para dispositivos móviles, con contenidos en entregas breves, no ha sabido captar la atención de los usuarios y no ha podido mantenerse en un mundo tan competitivo como el de las plataformas digitales que ofrecen contenidos audiovisuales. Los motivos de su cierre se han definido en dos líneas: no ha habido novedades suficientes en su empresa que hiciera a los usuarios elegirla, y el timing de la misma, el momento para lanzarla no habría sido el más adecuado.
Las características de Quibi, que hicieron que pareciera novedosa en su lanzamiento el 6 de abril de 2020, era un servicio de streaming destinado para smartphones en el que se podían visualizar vídeos de una duración máxima de diez minutos que se pudiera visualizar tanto en horizontal como el vertical. La intención de la aplicación es que pudieras visualizar su contenido en cualquier momento, lugar y cómo lo prefirieras hacer. La visualización de las grabaciones estaba pensada principalmente para su uso en vertical, algo que recordaba de una forma similar a las historias de Instagram, los vídeos estaban pensados para ser "episodios que podrás ver mientras vas y vuelves del trabajo o viajas en transporte público", o así lo definía la propia marca, algo que no llegó a calar entre los usuarios.
Durante su periodo de prácticas llegó a alcanzar en su primera semana 1,7 millones de descargas en App Store y Play Store, una cifra envidiable pero lejos de los números que barajaban hacer. El problema vino cuando finalizó el período de pruebas gratuito, que pasaba a costar 4,99 dólares con publicidad y 7,99 sin ella, algo que llevó al 90% de los usuarios a abandonar la suscripción cuándo se acabó su plazo gratuito. Debido a la gran inversión, en cuanto se dieron de baja el proyecto comenzó a tambalearse.
La aplicación estaba diseñada para usar su contenido de una forma rápida, por ejemplo yendo o viniendo al trabajo o los estudios, durante no mucho tiempo, algo que la llegada de la pandemia hizo cambiar por completo su estrategia, pero parece ser que ya era demasiado tarde. Si hay algo de lo que la mayoría de la población disponía durante el confinamiento era de tiempo, el principal problema que se había intentado solucionar con dicho servicio carecía en gran medida de sentido. Pese a su enorme inversión de recursos financieros, no pudieron competir con plataformas ya consolidadas que ofrecían el producto de una forma clara y sencilla. La idea de Quibi se iba difuminando con el paso de los meses, hasta hacer que también estuviese disponible en tablets y más tarde en los televisores, algo que la hacía parecerse todavía más al resto.
Su fundador e inversor principal, Jeffrey Katzenberg, conocido por ser el fundador de Dreamworks junto con Steven Spielberg y David Geffen, se lamentó del fracaso del servicio ofrecido "Quibi fue un gran ide una y no había nadie que quisiera hacer un éxito de ella más de lo que hicimos. Nuestro fracaso no fue por falta de intentos; hemos considerado y agotado todas las opciones disponibles". La inversión para llevar a cabo el proyecto fue superior a los de 1700 millones de dólares, entre los que se encontraban diferentes inversores, desde empresas, como Disney, NBCUNiversal, Sony Pictures, MGM, Warner Media o particulares, como Steven Spielberg, Guillermo del Toro o Antonie Fuqua, que tendrán pérdidas millonarias al haber apostado fuerte por el proyecto.
La noticia la dio Katzenberg, junto con su CEO Whitman, al conjunto de accionistas a través de una videollamada con sus inversores para explicar el cierre de la plataforma ante el que se contemplaban dos opciones: vender todo su contenido (alrededor de unos cien programas) o vender el servicio en su totalidad si un comprador hiciese una oferta respetable. El fracaso del proyecto dejará en la calle a más de 200 empleados si ninguna empresa se hace con los servicios. Katzenberg ha explicado que "si bien tenemos suficiente capital para continuar operando durante un período de tiempo significativo, tomamos la difícil decisión de cerrar el negocio, devolver efectivo a nuestros accionistas y despedirnos con gracia de nuestros talentosos colegas".
Para despedirse, su director ha escrito una carta de disculpa para explicar lo sucedido. En ella se defiende que Quibi era una buena idea y que se llevó a cabo de la forma correcta, pero que por circunstancias ajenas a la compañía no ha conseguido triunfar. Según la carta "Como emprendedores, nuestro instinto nos empuja a pivotar, a no dejar ni una sola opción sin estudiar —especialmente cuando se está perdiendo dinero— pero sentimos que ya hemos estudiado todas nuestras opciones. Fruto de ello, hemos llegado a esta difícil decisión: cerramos la empresa, devolvemos la inversión a nuestros accionistas, y decimos adiós a nuestros colegas. Queremos que sepáis que no nos hemos rendido sin luchar". Sea como fuere, la aplicación ha tenido que cerrar.
Desde la explosión de las plataformas digitales, algunos analistas de la industria especularon sobre la imposibilidad de que el mercado pudiera absorber una tan amplia oferta. Al fin y al cabo un consumidor medio no tiene ni tiempo ni dinero para ser simultáneamente cliente de cuatro o cinco plataformas. El final de Quibi puede ser el principio de una reordenación en la que sólo queden los más grandes.
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Las características de Quibi, que hicieron que pareciera novedosa en su lanzamiento el 6 de abril de 2020, era un servicio de streaming destinado para smartphones en el que se podían visualizar vídeos de una duración máxima de diez minutos que se pudiera visualizar tanto en horizontal como el vertical. La intención de la aplicación es que pudieras visualizar su contenido en cualquier momento, lugar y cómo lo prefirieras hacer. La visualización de las grabaciones estaba pensada principalmente para su uso en vertical, algo que recordaba de una forma similar a las historias de Instagram, los vídeos estaban pensados para ser "episodios que podrás ver mientras vas y vuelves del trabajo o viajas en transporte público", o así lo definía la propia marca, algo que no llegó a calar entre los usuarios.
Durante su periodo de prácticas llegó a alcanzar en su primera semana 1,7 millones de descargas en App Store y Play Store, una cifra envidiable pero lejos de los números que barajaban hacer. El problema vino cuando finalizó el período de pruebas gratuito, que pasaba a costar 4,99 dólares con publicidad y 7,99 sin ella, algo que llevó al 90% de los usuarios a abandonar la suscripción cuándo se acabó su plazo gratuito. Debido a la gran inversión, en cuanto se dieron de baja el proyecto comenzó a tambalearse.
La aplicación estaba diseñada para usar su contenido de una forma rápida, por ejemplo yendo o viniendo al trabajo o los estudios, durante no mucho tiempo, algo que la llegada de la pandemia hizo cambiar por completo su estrategia, pero parece ser que ya era demasiado tarde. Si hay algo de lo que la mayoría de la población disponía durante el confinamiento era de tiempo, el principal problema que se había intentado solucionar con dicho servicio carecía en gran medida de sentido. Pese a su enorme inversión de recursos financieros, no pudieron competir con plataformas ya consolidadas que ofrecían el producto de una forma clara y sencilla. La idea de Quibi se iba difuminando con el paso de los meses, hasta hacer que también estuviese disponible en tablets y más tarde en los televisores, algo que la hacía parecerse todavía más al resto.
Su fundador e inversor principal, Jeffrey Katzenberg, conocido por ser el fundador de Dreamworks junto con Steven Spielberg y David Geffen, se lamentó del fracaso del servicio ofrecido "Quibi fue un gran ide una y no había nadie que quisiera hacer un éxito de ella más de lo que hicimos. Nuestro fracaso no fue por falta de intentos; hemos considerado y agotado todas las opciones disponibles". La inversión para llevar a cabo el proyecto fue superior a los de 1700 millones de dólares, entre los que se encontraban diferentes inversores, desde empresas, como Disney, NBCUNiversal, Sony Pictures, MGM, Warner Media o particulares, como Steven Spielberg, Guillermo del Toro o Antonie Fuqua, que tendrán pérdidas millonarias al haber apostado fuerte por el proyecto.
La noticia la dio Katzenberg, junto con su CEO Whitman, al conjunto de accionistas a través de una videollamada con sus inversores para explicar el cierre de la plataforma ante el que se contemplaban dos opciones: vender todo su contenido (alrededor de unos cien programas) o vender el servicio en su totalidad si un comprador hiciese una oferta respetable. El fracaso del proyecto dejará en la calle a más de 200 empleados si ninguna empresa se hace con los servicios. Katzenberg ha explicado que "si bien tenemos suficiente capital para continuar operando durante un período de tiempo significativo, tomamos la difícil decisión de cerrar el negocio, devolver efectivo a nuestros accionistas y despedirnos con gracia de nuestros talentosos colegas".
Para despedirse, su director ha escrito una carta de disculpa para explicar lo sucedido. En ella se defiende que Quibi era una buena idea y que se llevó a cabo de la forma correcta, pero que por circunstancias ajenas a la compañía no ha conseguido triunfar. Según la carta "Como emprendedores, nuestro instinto nos empuja a pivotar, a no dejar ni una sola opción sin estudiar —especialmente cuando se está perdiendo dinero— pero sentimos que ya hemos estudiado todas nuestras opciones. Fruto de ello, hemos llegado a esta difícil decisión: cerramos la empresa, devolvemos la inversión a nuestros accionistas, y decimos adiós a nuestros colegas. Queremos que sepáis que no nos hemos rendido sin luchar". Sea como fuere, la aplicación ha tenido que cerrar.
Desde la explosión de las plataformas digitales, algunos analistas de la industria especularon sobre la imposibilidad de que el mercado pudiera absorber una tan amplia oferta. Al fin y al cabo un consumidor medio no tiene ni tiempo ni dinero para ser simultáneamente cliente de cuatro o cinco plataformas. El final de Quibi puede ser el principio de una reordenación en la que sólo queden los más grandes.
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