"Desde París con amor": Travolta y Besson son dinamita

Rhys Meyers
Rhys Meyers


Por Alberto Duque López

Es la fórmula perfecta, indiscutible, contagiosa y agresiva. De un lado el productor y guionista Luc Besson (18 de marzo, 1959, París), una de las grandes figuras del cine contemporáneo. Y del otro, el actor John Travolta (18 de febrero de 1954, New Jersey), ícono de varias generaciones con sus películas populares y sus producciones de culto.

Besson ha escrito 40 guiones, producido 90 películas, dirigido 16 y como actor ha aparecido en 6.  Realizador de películas inolvidables y taquilleras como "El gran azul / Azul Profundo", "Nikita", "Atlantis", "El profesional", "El Quinto Elemento", "Juana de Arco", "Angel-A" y cuatro películas de dibujos animados con los personajes de "Arthur y su pandilla / Arthur y los minimoys", entre otras. Como productor hizo posible proyectos tan entretenidos como las tres películas de "El Transportador", las cuatro de "Taxi", además de "Los tres entierros de Melquíades Estrada", "Bandidas", una comedia sobre un impostor que se hace pasar por un famoso director, "Colour Me Kubrick: A True...ish Story", "No le digas a nadie", "Venganza / Búsqueda implacable" entre otras.

Bailarín, actor dramático y cómico, cantante y coreógrafo, John Travolta es uno de los personajes claves de la cultura popular de Estados Unidos. De raíces italianas y con padres de escasos recursos que descubrieron sus enormes cualidades artísticas, luego de iniciar una temprana carrera en televisión se hizo popular con su personaje de Vinnie Bambarino en la serie "Welcome Back, Kotter" a los 21 años y enseguida filmó las tres películas que lo lanzaron al estrellato: "Carrie" de Brian de Palma con quien filmaría después "Blow Up"; "Fiebre del sábado noche" y enseguida "Grease" en las que demostró su encanto personal, sus bestiales dotes de bailarín y sobre todo una presencia que llenaba la pantalla. En 1983 filmó "Staying Alive" en busca del éxito de los musicales citados pero ya los espectadores habían cambiado de gustos.

La carrera de Travolta tiene de todo, desde películas prescindibles que fracasaron (algunas bajo la influencia de la Cienciología), hasta las tres comedias de "Mira quién habla", o las dos sátiras sobre Hollywood escritas por Elmore Leonard, "Get Shorty" y "Be Cool". Tiene dos películas con el maestro John Woo, "Broken Arrow" y "Face/Off", además de "Hairspray" de John Waters, "Colores Primarios" de Mike Nichols, "Swordfish" de Dominique Sena, "El asalto del Pelham 1 2 3" de Tony Scott, y por supuesto, la obra maestra de su carrera, el mejor personaje por el cual fue nominado al Oscar (lo mismo que por "Fiebre de sábado en la noche"), Vincent Vega en "Pulp Fiction".

Todo este prólogo para compartir nuestro entusiasmo, sorpresa, alegría y diversión con quienes vayan al estreno de "Desde París con amor" (por supuesto, el título es un guiño a la película de James Bond), con una idea original de Besson convertida en guión por el joven Adi Hasak, dirigida por Pierre Morel (el mismo de la estupenda "Venganza / Búsqueda implacable" ("Taken") de la cual, aunque no figure en los créditos, Besson también es productor), y protagonizada por un Travolta sensacional, el aburrido Jonathan Rhys Meyer y una actriz polaca muy hermosa, muy sensual, con una carrera larga aunque inadvertida, Kasia Smutniak.

Rhys MeyersEntonces: la historia transcurre en París, una ciudad que Besson ha recorrido, hurgado, analizado, visitado, contemplado, mimado y compartido, con un personaje joven y altanero, asesor del embajador americano en Francia, a quien siempre le gana en el ajedrez y le organiza la vida pública que lleva. James Reese (Rhys Meyers) se aburre, quiere ser agente secreto, quiere espiar a los enemigos que al principio son chinos y luego árabes, quiere tener una pistola, disparar y matar mientras enloquece con el sexo de su amante (Smutniak), quiere acción y, cuando menos lo espera su vida cambia porque llega un agente de verdad, sonriente y fresco, destructor y cínico, irreverente y mordaz que se encarga, no solo de enseñarle a matar sino a despreciar las mujeres, el dinero, la fama, la muerte, los peligros, el dolor además de odiar a los chinos y los árables porque son traficantes de drogas y terroristas. Sin medias tintas. Sin parpadeos. Sin la menor duda.

Como seguramente el lector y espectador pensará que exageramos nuestro entusiasmo con esta película, va esta anécdota. El viernes 5 de febrero de este año, Stephen Holden, uno de los críticos del New York Times, reseñando "Desde París con amor" dice hacia el final de su columna: "Confieso que me averguenza admitir que gocé con esta película, la disfruté, especialmente con la escena de los misiles listos a ser disparados sobre el árabe en plena autopista... Es una película estimulante".

Bueno, el caso es que esta película que mezcla varios géneros, desde las historias de parejas de policías, pasando por el drama y la comedia, hasta alcanzar los límites irracionales de la acción, no descansa, no nos permite tomar un respiro porque, desde cuando Travolta entra en escena todo es disparatado, todo es volcado al revés, pulverizado, nadie está a salvo, todo se llena de cadáveres arrojados por el hueco de una escalera o destrozados por sucesivas explosiones o agujereados en el delirante escenario rojo y negro de un restaurante chino donde se almacena cocaína.

Por supuesto, el uno aprende mientras el otro le suministra las claves indispensables para convertirse en un agente secreto, matar a quien sea y donde sea, escapar ileso y sobre todo, sobrevivir aún en las peores condiciones. Besson, Travolta, el guionista y el director juegan con uno, sueltan pistas o arman escenas divertidas para, supuestamente, hacernos descansar un poco de tantos cadáveres, tantas explosiones, tantas cacerías por esas calles de París, tantas peleas con chinos y árables que son lo peor de lo peor: por eso los intentos fallidos para colocar un micrófono pequeño en la oficina de un ministro francés o el reguero de sangre por escaleras, alfombras y habitaciones mientras la chica prepara la cena, o la balacera en medio de centenares de maniquíes blancos y desnudos, o el chiste con la hamburguesa recordando a "Pulp Fiction", o la mención de Bogotá por la droga, o los diálogos en los que uno descubre que el personaje de Travolta es menos duro y cruel de lo que aparenta, o los artefactos técnicos que trabajan con satélites.

Casi nos arriesgamos a esta afirmación: luego de sus personajes en "Fiebre de sábado en la noche" y "Pulp Fiction", Travolta aparece aquí más divertido, cínico, tranquilo, dueño de la trama, ágil a pesar de su corpulencia, con la cabeza rapada y un arete, con una chaqueta de cuero y unos pantalones anchos que jamás se cambia mientras el compañero se preocupa cada vez más por las arrugas y las manchas y los rotos en su traje gris y oficial.

Los personajes antisociales son los favoritos de Besson, como el de Bruce Willis en "El Quinto Elemento" o Juana de Arco o León en "El Profesional" al lado de una niña Natalie Portman o la muchacha de "Nikita", esos personajes descastados que no siguen reglas ni respetan nada ni nadie, que desafían la muerte a cada rato, se funden en este Charlie Wax que Travolta interpreta con todo su cuerpo, dando una lección de actuación que puede ser de lo mejor que veremos este año.

Una infidencia que no lo es: a la hora de proyección, se produce un quiebre en la película, un cambio brutal que altera para siempre la historia y la conducta de los personajes. Nada más.

No, no sentimos vergüenza de afirmar que esta es una película recomendable, muy bien realizada, con humor negro, técnica y talento, con un guión que quizás acaba como uno no quiere pero que ofrece 90 minutos espectaculares, con el sello de Besson y por supuesto, la presencia deliciosa de un comediante como Travolta que no pierde la sonrisa mientras arrasa con chinos y árabes, o le deja un agujero en la frente a una bella muchacha.

No, no sentimos vergüenza de compartir este entusiasmo por una película que algunos, seguramente, calificarán de menor o desechable. En fin...

'Desde París con amor'