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Colaboración: Tarantineando en el Oeste

por © NOTICINE.com
'Django'
Por Josep Maria Jolis

Voy a contaros dos secretos de cinéfilo. Primero: no me gusta mucho el western, nunca ha sido un género que me atrajera.  Segundo, y va a crear polémica entre los lectores: no soy fan de Quentin Tarantino. Me parece brillante, original, con estilo propio... pero muchas veces me resulta demasiado grandilocuente, muy gratuito y no termina de interesarme lo que cuenta.

Me acerco a "Django desencadenado / Django sin cadenas" con pereza. ¡Casi tres horas de Tarantino en el Oeste! Incluso antes de comprar la entrada pienso que lo mejor será ver otra película. Afortunadamente no cambio. El metraje me pasa volando, la historia me engancha, el humor (¡Ay, qué placer culpable!) es cruel y está dosificado, los guiños que a veces me molestan aquí me enganchan, la banda sonora es tan maravillosa que te pasarías una semana escuchando las canciones una y otra vez y los actores están de lujo.

Capítulo aparte merece Christoph Waltz, el inquietante nazi de "Malditos bastardos / Bastardos sin gloria", aquí convertido en dicharachero (y cruel) cazarrecompensas, sin duda lo mejor de la función. De hecho, ¿me permitís una frivolidad? Yo haría firmar a Tarantino una cláusula de su contrato que diga que en todas sus películas debe aparecer Waltz.

Se acaba la película y Tarantino demuestra que es un guionista excepcional. Ha contado casi lo de siempre (la venganza como motor de la narración)  con complejidad y ligereza a partes iguales y me ha demostrado que, a la hora de crear tensión y sorpresa, hay pocos como él. Me voy a casa con una sonrisa pero con una duda: ¿no era yo el que no disfrutaba con los westerns y con Tarantino?

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