Por Josep Maria Jolis

No nos engañemos: todos somos animales. Unos lo ocultaran uno poco, otros lo potenciarán. Los primeros intentaran suplirlo con la hipocresía, la educación universitaria y comiendo con cubiertos. Los segundos no tendrán inconveniente en participar en un "reality" estilo "Gandía shore". Todos somos animales y, como tal, tenemos necesidades. Ya lo dijo Woody Allen: "No te metas con la masturbación, es hacer el amor con alguien que amo". Y yo añadiría: y es alguien que no te va a abandonar, a no ser que te quedes manco.

Da igual si estás emparejado, si eres un pagafantas o un single convencido: tu cuerpo animal emite estímulos. Pero te has planteado alguna vez qué pasaría si no pudieras responder a ellos. "Las sesiones" cuenta la historia de un escritor que, para sobrevivir, vive dentro de un pulmón de acero. Su vida es así desde pequeño, cuando sufrió la polio. Su historia es de superación y actitud positiva ante la vida: ha podido estudiar en la universidad y se gana la vida dictando artículos. Pero tiene una asignatura pendiente: es virgen. Está postrado en una cama con los deseos intactos, el problema es que no puede saciarlos.

Con tal argumento (basado en una historia real) la película podría haber sido un dramón. Pero nada más lejos de la realidad: es una película que emociona, te hace sonreír y te recuerda que estar vivo es algo impagable y que el pesimismo es una cuestión de enfoque. Las sesiones es una película pequeña llena de encanto y con unas interpretaciones excepcionales de John Hawkes, Helen Hunt y William H. Macy. Una película para los que tienen necesidad de ver buen cine.