Crítica: "Mátalos suavemente", la crisis y los criminales
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Por Emiliano Basile
La crisis de valores en los Estados Unidos ha sido representada a través de diversos géneros cinematográficos. En esta oportunidad, es el subgénero de los criminales -entiéndase asesinos, ladrones, timberos, corruptos, narcos y todo tipo de personajes dedicados a la mala vida- mediante el cuál "Matálos suavemente" ("Killing them softly", 2012) hace su critica a la situación política (y económica) que atraviesa Norteamérica.
La acción comienza cuando dos ladrones de segunda clase deciden asaltar una partida de póquer clandestina, desatando en el bajo mundo de la mafia una serie de ajustes de cuentas que involucran a Markie Trattman (Ray Liotta). Para tal labor entra en escena Jackie Cogan (Brad Pitt), un asesino despiadado contratado para “limpiar” el asunto, que a su vez llama a Mickey (James Gandolfini) para que le ayude. Pero sucede que el contexto político está tan presente en la historia que termina anteponiéndose a la trama de “venganzas”.
¿El fin de la metáfora? Puede ser, porque la nueva película de Andrew Dominik ("El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford") comienza con un discurso de Obama mientras vemos en escena a un drogadicto tambaleante salir de la cárcel. Este contraste es la crítica velada a la sociedad norteamericana que el espectador deberá decodificar. Pero el problema es que la relación entre los discursos y la historia de mafiosos que presenta la película, se irá aclarando con el transcurrir de los minutos hasta dejar absolutamente evidente el mensaje final. Ello elimina cualquier tipo de reflexión acerca de lo narrado.
A propósito de lo mencionado, el espectador que busque una historia del género al estilo Guy Ritchie caerá en la desazón, al ver extensas escenas de diálogo y nostálgicas reflexiones existenciales a cargo de los personajes que describe el film. La intención es mostrar el carácter miserable y marginal de éstos seres, hecho que explica la presencia innecesaria del personaje de James Gandolfini.
Ahora si pensamos la película como una crítica social actual, es válida en sus intenciones aunque sin llegar a profundizar en el tema: el contraste entre la política de inclusión de Obama y “los excluídos” protagonistas del film aparece como una ironía latente. Sin embargo, no era necesario derrumbar la sutilidad para exponer el mensaje. Sino ver el caso de "Uno de los nuestros / Buenos muchachos" ("Goodfellas", 1990) en función del sueño americano, o la reciente "Sie7e Psicópatas" ("Seven Psychopaths", 2012), por citar sólo algunos ejemplos.
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