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Colaboración: "Sabrina"... Inconfesable

por © NOTICINE.com
Greg Kinnear, Julia Ormond y Harrison Ford, en la versión más reciente de 'Sabrina'
Por Josep Maria Jolis

No sé ustedes pero me pasa una cosa que considero una paradoja: vas cumpliendo años y cada vez te pareces más a tus progenitores, sobretodo haces las cosas que más te han molestado de ellos en el pasado. Es como si la vida fuera cíclica y ciertas actitudes que no te gustaban (y siguen sin hacerlo) las incluyeras en tu vida. Por eso espero, por el bien de este país, que los hijos de Iñaki Urdangarín y Fèlix Millet no tengan las mismas aficiones que sus padres.

Mis padres no tienen un gusto cinematográfico muy refinado (visto desde el punto de vista de un cinéfilo). Ven películas para entretenerse, para evadirse de la realidad. Puro ocio. Durante años he sido irónico y no les he comprendido en su justa medida. De la misma forma que a mi no me interesa el mundo del automovilismo a ellos no les interesa el cine como análisis de la condición humana (me ha quedado muy pedante la frase, perdón). Y ya está, no hay que darle más vueltas, que disfruten y se entretengan.

Pero el otro día pasó algo digno de resaltar, algo inconfesable para un cinéfilo como yo. Mi padre estaba viendo una película (gracias a Dios no era de Chuck Norris ni de Steven Seagal), una comedia romántica, "Sabrina y sus amores", la versión noventera del éxito que protagonizó en los 50 Audrey Hepburn. Pues bien: me lo pase muy bien viéndola. En una lista de las 5000 mejores películas de la historia del cine dudo que aparezca pero no puedo negar que este "remake" amable de Sidney Pollack me hizo sentir bien: por romántica, por clásica y por ser un cuento de hadas. En un mundo en que la prima de riesgo sube, el IVA también… sube todo pero sin saber a ciencia cierta si "todo lo que sube baja"... fui feliz.

No tengo demasiadas dudas de que la película protagonizada por Julia Ormond y Harrison Ford no está a la altura del original de Billy Wilder, pero no deja de ser una paradoja más: seguramente los hijos nunca estaremos a la altura de nuestros padres.

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