Crítica: "Los pingüinos del señor Poper / Los pingüinos de papá", guiños al pasado
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Por Emiliano Basile
Jim Carrey protagoniza la simpática comedia familiar "Los pingüinos del señor Poper / Los pingüinos de papá" ("Mr. Popper’s Penguins, 2011), que tras un flojo estreno en Estados Unidos el mes pasado llega este fin de semana a las salas de Argentina, Colombia, España y México. Si bien el film no tiene virtudes para quedar en la historia del cine, funciona gracias a la rememoración de varios clásicos. En este caso, Carrey deberá usar sus muecas para hacerle frente a seis pingüinos que adoran las películas de Charles Chaplin.
Mr. Popper (Jim Carrey) está absorbido por su trabajo de vendedor inmobiliario, hecho que lo alejó de su esposa (Carla Gugino) –están separados- y promueve una relación distante con sus hijos. Todo conduce a repetir el frío vínculo que él tuvo con su padre. Pero un buen día abre la puerta de su apartamento y encuentra una caja de la que salen seis simpáticos pingüinos. Ante eso, Mr. Popper está decidido a deshacerse de los animalitos, hasta que descubre que sus hijos se encariñaron con ellos, permitiéndole reestablecer los lazos familiares. Así que ahora deberá convivir con seis pingüinos en su departamento.
"Los pingüinos del señor Poper / Los pingüinos de papá" es una agradable propuesta de las tantas que llegan durante las vacaciones del verano boreal y el invierno austral. Y no mucho más que eso, ya que a pesar de la corrección en todos sus rubros no contiene ninguna escena que la convierta en clásica. Falta algún número musical –como sucedía en "La máscara" (The Mask, 1994)- o un momento clave representado majestuosamente a la manera de la ballena Willy saltando por encima del niño en "Liberad a Willy" (Free Willy, 1993), o el niño con su bicicleta atravesar la luna junto al extraterrestre que lleva en su portaequipaje en "E.T. El extraterrestre" (E.T.: The extra-terrestial, 1982).
Sin embargo la película toma momentos clave de recordadas películas familiares para rememorar varias de sus escenas. A saber, Jim Carrey imitando a Jimmy Stewart, los pingüinos petrificados frente al televisor al ver escenas de clásicos de Charles Chaplin o cruzan la calle por la senda peatonal al mejor estilo The Beatles. Es una forma de recuperar situaciones ancladas en la memoria del espectador que el film por si sólo no puede construir.
Jim Carrey aporta la dosis justa de muecas, balanceando muy bien seriedad paternal, drama filial y humor físico. Un actor de comedia familiar debe tener feelling con los niños, por ende necesita hacerse el inmaduro por momentos pero cargar responsabilidades y poner límites en otros. Carrey hace todo y encima actúa con pingüinos.
Las intenciones de Carrey y sus pingüinos no son otras que entretener y divertir a los más pequeños y a sus respectivos padres que los acompañan al cine. Y en ese aspecto, Carrey y compañía logran su cometido.
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Jim Carrey protagoniza la simpática comedia familiar "Los pingüinos del señor Poper / Los pingüinos de papá" ("Mr. Popper’s Penguins, 2011), que tras un flojo estreno en Estados Unidos el mes pasado llega este fin de semana a las salas de Argentina, Colombia, España y México. Si bien el film no tiene virtudes para quedar en la historia del cine, funciona gracias a la rememoración de varios clásicos. En este caso, Carrey deberá usar sus muecas para hacerle frente a seis pingüinos que adoran las películas de Charles Chaplin.
Mr. Popper (Jim Carrey) está absorbido por su trabajo de vendedor inmobiliario, hecho que lo alejó de su esposa (Carla Gugino) –están separados- y promueve una relación distante con sus hijos. Todo conduce a repetir el frío vínculo que él tuvo con su padre. Pero un buen día abre la puerta de su apartamento y encuentra una caja de la que salen seis simpáticos pingüinos. Ante eso, Mr. Popper está decidido a deshacerse de los animalitos, hasta que descubre que sus hijos se encariñaron con ellos, permitiéndole reestablecer los lazos familiares. Así que ahora deberá convivir con seis pingüinos en su departamento.
"Los pingüinos del señor Poper / Los pingüinos de papá" es una agradable propuesta de las tantas que llegan durante las vacaciones del verano boreal y el invierno austral. Y no mucho más que eso, ya que a pesar de la corrección en todos sus rubros no contiene ninguna escena que la convierta en clásica. Falta algún número musical –como sucedía en "La máscara" (The Mask, 1994)- o un momento clave representado majestuosamente a la manera de la ballena Willy saltando por encima del niño en "Liberad a Willy" (Free Willy, 1993), o el niño con su bicicleta atravesar la luna junto al extraterrestre que lleva en su portaequipaje en "E.T. El extraterrestre" (E.T.: The extra-terrestial, 1982).
Sin embargo la película toma momentos clave de recordadas películas familiares para rememorar varias de sus escenas. A saber, Jim Carrey imitando a Jimmy Stewart, los pingüinos petrificados frente al televisor al ver escenas de clásicos de Charles Chaplin o cruzan la calle por la senda peatonal al mejor estilo The Beatles. Es una forma de recuperar situaciones ancladas en la memoria del espectador que el film por si sólo no puede construir.
Jim Carrey aporta la dosis justa de muecas, balanceando muy bien seriedad paternal, drama filial y humor físico. Un actor de comedia familiar debe tener feelling con los niños, por ende necesita hacerse el inmaduro por momentos pero cargar responsabilidades y poner límites en otros. Carrey hace todo y encima actúa con pingüinos.
Las intenciones de Carrey y sus pingüinos no son otras que entretener y divertir a los más pequeños y a sus respectivos padres que los acompañan al cine. Y en ese aspecto, Carrey y compañía logran su cometido.
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