No salió tan mal parada Lindsay Lohan de su visita a los tribunales angelinos, este jueves. La juez Stephanie Sautner la abroncó por organizar una fiesta con amigos en la azotea de su casa mientras cumplía su arresto domiciliario por violar la libertad condicional, pero el hecho de que hubiera bebido no fue considerado agravante ni delito.

Y el motivo es simple: la obligatoriedad de estar sobria ya prescribió. La exigencia a ese respecto de otro tribunal había terminado el pasado febrero. El actual arresto domiciliario de la ex niña prodigio de Disney obedece al delito de hurto de un collar, que nada tiene que ver con sus previos castigos por drogas o alcohol.

La juez manifestó, según las agencias, que la joven actriz de 24 años "no es culpable de ninguna violación de su libertad condicional, aunque sí de falta de buen juicio". Antes, Lohan, que lloró al salir de la audiencia del brazo de su abogada, Shawn Holley, había asegurado a Sautner que quería dejar atrás su pasado y sus problemas legales, manteniendo un breve diálogo con la juez:

- "¿Dígame, quiere usted realmente seguir adelante con su vida?", preguntó Sautner.

- "Sí, quiero", respondió la actriz, en su única intervención verbal en la audiencia.

Lo que molestó al tribunal es que las fiestas en casa de Lohan estaban adquiriendo notoriedad pública por la presencia de paparazzis. "No le de a la gente razones para odiarla -recomendó con autoridad la magistrada-, no haga cosas estupidas que parecen desafiar las ordenes de esta corte".

La juez Sauter concluyó que sólo podría recibir la visita de una sola persona de su círculo de amistades a la vez, aunque sí de más si se trataba de familiares o contactos profesionales, y le ordenó volver a su presencia el próximo día 21 de julio.

De todas formas, a la actriz le quedan ya pocas jornadas para cumplir su pena de 35 días de reclusión en propio domicilio, iniciada a finales de mayo.

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