Aniversario: 30 años sin John Wayne, el hombre del Oeste
- por © Redacción-NOTICINE.com

Si un actor puede personificar un género, John Wayne -fallecido hace este jueves 30 años- es el más indicado para representar al western. Pero, a pesar de que "Duke" hizo historia con su sombrero de ala ancha y copa alta y su colt en la mano, tampoco podemos olvidar algunos soberbios trabajos lejos del Oeste, como "El hombre tranquilo" o "La taberna del irlandés", ambas de John Ford. La personalidad de Wayne, lastrada por sus ideas machistas y reaccionarias, se puso de manifiesto también en películas bélicas y algunas policiacas, en la recta final de una carrera que se prolongó ininterrumpidamente durante cinco décadas.
Marion Michael Morrison nació en Winterset (Iowa), el 26 de mayo de 1907. Estudió en la universidad californiana y destacó en los deportes, especialmente en fútbol americano. Era también un excelente jinete, por lo que se fue metiendo poco a poco en la industria del cine, primero como extra y luego como actor secundario en numerosos westerns de bajísimo presupuesto.
Sería John Ford, amigo personal y responsable de sus mejores películas, quien le sacó del ostracismo con verdaderos papeles. Su primera colaboración data de 1927 ("¡Madre mía!"), pero la película que dió fama a ambos, "La diligencia", se rodó 12 años más tarde. En los cuarenta, lejos de especializarse exclusivamente en el cine del Oeste, hizo películas de aventuras, como "Piratas del mar Caribe", de guerra ("Arenas sangrientas" y "La patrulla del coronel Jackson), o incluso comedias ("Sucedió en el tren").
A finales de esa década, rodó algunos de sus más destacados y famosos westerns: "Fort Apache" y "La legión invencible", ambas de John Ford y "Río rojo", de Howard Hawks. En los 50, de la docena de películas que protagonizó destacan "Río grande", "El hombre tranquilo", "Centauros del desierto", y "Misión de audaces", todas ellas de Ford; "Río Bravo", de Hawks; "Infierno en las nubes", de Nicholas Ray y "El bárbaro y la geisha", de John Huston.
A diferencia de otros actores de su generación, la madurez no le restó ofertas de trabajo. Así, en los cambiantes años 60 siguió haciendo películas de aventuras ("Alaska, tierra de oro", "Hatari", "El fabuloso mundo del circo", "Los luchadores del infierno"...) y del Oeste ("Los comancheros", "El hombre que mató a Liberty Valance", "El Dorado", y "Valor de ley", que le haría ganar su primer y único Oscar), además de la divertida comedia de acción "La taberna del irlandés".
También en los 60 hizo sus pinitos como realizador, debutando con la comercialmente fracasada superproducción histórica "El Alamo" (1960), para esperar ocho años antes de repetir en la descarada apología de la intervención gringa en Vietnam "Los boinas verdes". Antes de morir en Los Angeles (1979), víctima de un cáncer, pudo hacer sus últimos trabajos revólver en mano ("Río Lobo", "El rifle y la biblia", "El último pistolero"...) y probar suerte en el género policiaco, con "McQ" y "Brannigan".
Gran bebedor fuera de los platós (trabajando nunca utilizaba el alcohol), su primer vicio y el que no sólo le llevó a la tumba a él un 11 de junio de 1979, sino también a su madre y a su hermano, fue el del tabaco. Se casó tres veces, dos de ellas con mujeres de origen hispano, Josephine Sáenz y la peruana Pilar, y tuvo un total de 7 hijos.