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"La Duda": ¿Dónde comienza el Mal y finaliza el Bien?

por © NOTICINE.com
Escena de 'La duda'
Escena de 'La duda'
Por Alberto Duque López

En las primeras escenas de "Doubt / La Duda", que este viernes se estrena en España dirigida y escrita por John Patrick Shanley sobre su pieza teatral ganadora del premio Pulitzer, un robusto, enérgico y colorado párroco subido al púlpito de una iglesia católica en el Bronx, en 1964, habla sobre la esencia de esta película que tiene a todo su elenco (Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams y Viola Davis) además de su guión adaptado, nominados al Oscar.

La esencia de la historia es la duda. Esa zona gris y temblorosa entre lo negro de la mentira y lo blanco de la verdad. Esa actitud que contradice la certeza. Esa sensación de ahogo cuando la realidad contradice las sospechas. Esa incertidumbre que paraliza y sofoca porque los hechos, aunque totalmente evidentes no son tan claros para la mente y la razón.

El cura Flynn habla ante una iglesia repleta de abuelos, padres, hijos, parientes y amigos vestidos con sus mejores galas mientras el viento se lleva las hojas secas bajo un cielo plomizo e inclemente. El cura habla sobre la duda, cita el asesinato del presidente Kennedy un año atrás, y afirma que es de sabios dudar pero sin que esa actitud haga daño a los demás, empeore sus vidas. Es un hombre que vive alegremente la vida, que gusta del vino y la música, anda con las uñas largas y arregladas, y se siente cómodo con los nuevos aires que llegan de Roma con el Concilio Vaticano II.

Mientras el cura habla, los alumnos de la escuela de la parroquia se distraen, hablan, dormitan y solo piensan en salir al patio a jugar. Entonces como una amenaza negra, con su pelo rubio y sus lentes redondos y su rostro ceñudo enmarcado por una cofia que hace juego con el hábito negro  y su boca contraída y sus manos largas y duras, aparece la hermana Aloysius, directora de la escuela, que va repartiendo regaños, golpes, palmadas y empujones entre los distraídos.

En esa escena inicial ya tenemos dibujada la naturaleza de los antagonistas de esta historia que subió a escena en 2004, dos años después del primer escándalo sexual entre los curas y superiores católicos en Estados Unidos: de un lado, un cura que es tolerante, alegre, buen amigo de los jóvenes, amante de la música y la comida, y del otro, una monja atrasada varios siglos, intolerante, enemiga de los cambios, viuda que alcanzó a conocer el mundo exterior y pegada a las cosas domésticas como una forma de mantener el control, no solo sobre la escuela, los alumnos y la parroquia, sino sobre las otras monjas que, a excepción de una, sobreviven a los achaques de la edad. Será esa monja joven, la hermana James, quien desate el infierno.

Amy AdamsTodo comienza con las dudas de la hermana James sobre los gestos, las miradas, la conducta y las relaciones del cura con los niños, especialmente con un alumno negro que es monaguillo, aprende a jugar básket, es agredido por los que son racistas y se siente solitario en ese caldero social que es el Bronx. El único que lo entiende y lo acompaña y lo consuela y lo estimula es el cura, y es ahí donde las dudas de la joven monja provocan una serie de reacciones que ya no podrá ser frenada porque, precisamente, son escuchadas y aceptadas por la mujer más intolerante sobre la tierra, vestida de monja y convertida en cazadora implacable de los supuestos pecadores.

La película, que se resiente de sus raíces teatrales, se apoya en las salvajes confrontaciones que tienen el cura y la monja, en presencia de esa muchachita que es dulce e ingenua y en el fondo se arrepiente de haber dudado, y lo que es peor, haber hablado más de la cuenta. Lo que comienza como un diálogo lleno de sutilezas e insinuaciones, poco a poco se convierte en una acusación frontal que sorprende al cura, lo desubica e irrita mientras las monjas lo observan, la una cada vez más dudosa y la otra, aún sin pruebas, llena de agresiva seguridad.

Curiosamente, a pesar de un tema tan delicado y difícil, la película jamás dice las cosas por sus nombres, ni identifica las supuestas situaciones de seducción, ni juzga la presunta conducta del cura. Mientras el tiempo empeora y el ambiente se torna más claustrofóbico e intimidante, lleno de amenazas y acusaciones, el fantasma de la pedofilia sobrevuela como ese colibrí que se estrella contra la ventana, pero nunca es tocado a fondo, como si la película, luego del escándalo desatado en 2004 con sus planteamientos, le temiera al tigre después de muerto.

Viola DavisA pesar de la visión maniquea de la historia (la monja intolerante y muy mala; el cura muy progresista y abierto al contacto con los demás) que polariza los personajes y los carcome, la película tiene emocionantes momentos: al alba, las monjas en ropa de dormir, caminando sonámbulas rumbo a la misa matutina y el baño; los choques entre el cura y la monja malvada; el diálogo con la madre del chico, cuando la hermana Aloysius camina con ella por la calle, rumbo al trabajo, tanteándola, averiguando cómo viven, cómo se ha comportado el niño en las últimas semanas, y para sorpresa y estupor  del espectador, conocer las revelaciones de esa madre angustiada a quien no le preocupa que seduzcan y perviertan al muchacho porque en su casa tienen problemas peores, porque la naturaleza es así y porque quedan pocos meses para que el joven cambie de escuela, cambie de barrio, cambie de amigos, cambie de peligros.

Shanley, todo un personaje mítico en Hollywood (productor, guionista, actor y director), recordado por esa comedia estupenda, "Moonstruck / Hechizo de luna" que ganó tres premios Oscar, incluido el de mejor guión sobre su propia historia, tiene 60 años y la experiencia de haber sido expulsado de un colegio católico luego de sobrevivir a un vecindario donde las drogas se vendían en la puerta del colegio. Todas esas angustias y contradicciones, todo ese dolor y esas dudas asoman en su obra, especialmente en "La Duda" con ese desenlace que no aporta nada, no resuelve nada, no dice nada, no aclara nada y deja al espectador con una sola sensación, la duda.

Una anotación final para destacar el segundo de los sermones del cura, cuando ya ha sido acusado y habla sobre las dudas y los rumores y cuenta la historia de la mujer que se confiesa de haber propalado chismes y versiones falsas, y el sacerdote como penitencia le ordena que destroce un cojín de plumas con un cuchillo, y cuando todo el contenido esté esparcido en el aire, la obliga a que recoja las plumas dispersas y las coloque dentro de funda destrozada. A ver si puede.

Escena de 'La duda'