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"Mi nombre es Harvey Milk": Mártir y defensor de los gays

por © NOTICINE.com
Gus Van Sant
Gus Van Sant
Por Alberto Duque López

Que una película agresiva, independiente, barata e inteligente se haya convertido en una de las más comentadas y buscadas de los últimos meses (además de los premios obtenidos y las nominaciones pendientes), y coincida con los cambios políticos planteados ahora en Estados Unidos, se debe a dos artistas, el director Gus Van Sant y el actor y también director de otros proyectos, Sean Penn. Ambos hacen  de  “Milk”  una de las propuestas más audaces de los últimos años en Hollywood, que este viernes se estrena en España.

La película comienza con una mezcla angustiosa de fotos borrosas de redadas policiales, golpizas y arrestos contra  bares de homosexuales en Miami, Nueva York, San Francisco y otras ciudades, en 1967, en medio de la vergüenza de los agredidos y el sensacionalismo de los medios.

Enseguida, en una fecha exacta, el 18 de noviembre de 1978, este hombre, Harvey Milk, se  confiesa en la cocina de su vivienda ante una grabadora que recoge sus impresiones sobre las amenazas cada vez  más latentes y peligrosas contra su vida. No le perdonan que en ocho años se haya convertido, no solo en el más eficaz defensor de los derechos civiles de los gays en Estados Unidos, sino en el primer político homosexual elegido popularmente para un cargo importante en una ciudad grande: supervisor (concejal) de San Francisco.

Entonces la historia retrocede a mayo de 1970 cuando Milk sube las escaleras del metro en Manhattan y se topa con quien será uno de sus grandes amores, Jack Galen Mackinley (en la película se llama Scott Smith, interpretado por James Franco). La sexualidad con éste y otros amantes es mostrada en la película con mesura e inteligencia.

Nueve días después de esa grabación con sus sueños, temores, ansiedades, frustraciones y logros, mientras estaba en el edificio donde funcionaban la alcaldía y otras oficinas públicas de esa ciudad, cerca de centenares de personas, fue asesinado por otro supervisor, Sam White quien también mató al alcalde de la ciudad, George Moscone. En el juicio se adujo desequilibrio mental por la comida basura que el acusado consumía, estuvo dos años en la cárcel, salió y se suicidó. Esta historia sobre una vida que sigue despertando simpatía y curiosidad, es contada de manera fragmentada, intercalando material de archivos, nombres y lugares específicos, y el humor e imaginación de dos  grandes creadores de Hollywood. Quienes conozcan las películas provocativas y provocadoras del director y el actor saben que el resultado no podía tener otro lenguaje. Ni otras intenciones.

Pocas vidas tan intensamente gozadas y sufridas como la de este personaje (22 de mayo de 1930, Long Island, N.Y.; 27 de noviembre, 1978, San Francisco). Obsesionado con la ópera “Tosca” (mientras recibe los tiros, contempla al otro lado de la calle la pancarta con la presentación de la obra), ocultó durante varios años su homosexualidad, fue arrestado en varios lugares públicos “por indecencia”, estuvo en Corea, trabajó como corredor de seguros en Nueva York hasta cuando decidió mudarse a San Francisco, a la zona de Castro, epicentro gay donde montó una tienda de fotografía.

Ese local se convirtió pronto en el corazón del movimiento gay que rechazaba la brutalidad de la policía, la insolidaridad de los demás ciudadanos y sobre todo, la intolerancia que se respiraba en todo el país. Milk, ambicioso, astuto, generoso y maquiavélico hizo alianzas que allanaron sus aspiraciones políticas.

Uno de sus primeros triunfos fue lograr que los  sindicatos de la cervecera Coors apoyaran la lucha a favor de los conductores gays y paralizó la distribución durante varios días, hasta que lograron sus objetivos.

Sean Penn con Diego LunaConvertido en la esperanza de hombres y mujeres homosexuales que se atrevieron a enfrentar los prejuicios de sus padres y amigos, y salir del armario, se lanzó en tres ocasiones a la municipalidad de San Francisco y fracasó pero, aumentó sus votos y un año antes de ser asesinado, fue elegido para el consejo de supervisores o Concejo de una ciudad que era un hervidero absoluto y durante los 11 meses que duró su mandato, logró para los gays varias reivindicaciones de sus derechos civiles.

Las mismas reivindicaciones que después se extenderían a grandes zonas de Estados Unidos, a pesar de la campaña brutal en contra, encabezada por una señora curiosa y atractiva, que se peinaba y vestía de manera llamativa, llamada Anita Bryant, y apelaba a los principios cristianos de los ciudadanos comunes y corrientes que pensaban que la homosexualidad era un castigo de Dios.

Por supuesto, no es la primera vez que el arte se interesa por Milk. Existe un documental premiado con el Oscar, dirigido por Randy Shilts,  "The Mayor of Castro Street: The Life and Times of Harvey Milk"; una canción de  Romanovsky & Phillips,  "Homophobia"; una pieza de teatro, "Execution of Justice" de Emily Mann, sobre su asesinato, convertida en película de television con el mismo título, en 1999 y una ópera de Stewart Wallace y  Michael Korie, "Harvey Milk". Existe el Instituto Harvey Milk en  San Francisco, y la Harvey Milk Civil Rights Academy, en el distrito de Castro, donde todavía lo recuerdan con gratitud, respeto y admiración, y donde la película tuvo su estreno mundial en noviembre último, el 27, para ser más exactos. Su tienda, Castro Camera, es un museo.

Al espectador que no conozca bien la historia real del personaje y las circunstancias tormentosas que lo motivaron, le queda una película sobria y contenida, contada de manera fracturada alrededor de la confesión que el protagonista graba en la soledad de una cocina mientras el enemigo lo acecha para destruirlo, además de abundante material de noticieros.

Gus Van SantSean Penn y Gus Van Sant no se dejan arrastrar por el facilismo y el maniqueísmo que hunde otras películas con un tema similar. El actor tiene algunos gestos e inflexiones de voz que denotan su naturaleza pero sin excesos, y las escenas de sexo aunque apasionadas, apenas insinúan el torbellino sentimental que sacudía la vida de un hombre que debe soportar el suicidio de uno de sus amantes (Diego Luna), desesperado por la presión que todo el mundo ejercía sobre su compañero.

Radical, astuto, desafiante, valiente, pragmático, buen político, con una simpatía que despertaba el interés de quienes no eran como él, así era y así emerge Milk de esta película valiosa además por la música de Dani Elfman y la fotografía granulosa de Harris Savides, con planos cerrados que buscan los ojos, las manos, la boca, los gestos mínimos de un actor tan significativo como Penn, a quien un premio más o un premio menos no le añade nada a su brillante carrera.

Es curioso cómo las recientes películas lanzadas por Hollywood hablan también de la muerte, el dolor, la soledad, el amor y el desamor, la intolerancia, la mentira, el engaño, los laberintos insondables del alma: “El curioso caso de Benjamín Button”, “Revolutionary Road”, “The Wrestler”, “Walkiria”, “The Doubt”, “Frost/Nixon” entre otras, se aproximan a infiernos tan dolorosos como el de Milk. Pero, esos son temas para ser tratados en ocasiones futuras.