OPINION: La previsible noche del tío Oscar

por © Diego Brodersen-NOTICINE.com
Gladiador
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El tigre y el dragónGladiador27-III-01Al menos la 73 ceremonia de entrega de los Premios Oscar fue la más corta de la última década: solamente tres horas con veintitrés minutos. Un aliciente más que refrescante ante una noche acechada por el tedio de lo previsible. La auto-celebración anual de la industria de Hollywood permitió en esta ocasión -como hace un año lo hiciera con Pedro Almodóvar y hace dos con Roberto Benigni- la presencia de un par de docenas de personalidades del cine asiático comandadas por el realizador Ang Lee; tan fuerte era esa presencia que, toda una novedad, incluso una de las jóvenes que asisten sobre el escenario a presentadores y ganadores portaba un hermoso par de ojos rasgados. “El tigre y el dragón” terminó llevándose cuatro estatuillas -incluyendo el Oscar a Mejor Película Extranjera, culminando de esa manera una exitosa campaña de comunión Oriente-Occidente que puede tener -y de seguro, tendrá- más de un ejemplo continuador.

Cuanto mal pueda esta nueva prosapia de cine asiático “occidentalizado” hacerle a las cinematografías emergentes de esa zona -en particular, la coreana y tailandesa, dos de los sitios geográficos donde se produce el cine más interesante de la actualidad- todavía está por verse.

Quizá la gran perdedora de la velada haya sido “Gladiador”. Al final de la noche, la epopeya épica con Russell Crowe -quien merecería ganar un premio especial a la Mejor Cara Enojosa de la Noche- había ganado en sólo cinco de los doce rubros nominados; el film que aparecía como favorito apenas si superó en una estatuilla a “Traffic” y al mencionado film de Ang Lee. Los “números fijos”, por utilizar una expresión de los apostadores que hace mención a los ganadores seguros, fueron las estrellas de la noche: Julia Roberts como Mejor Actriz, Steven Soderbergh como Mejor Director, “Gladiador” como Mejor Película, etcétera, hicieron que esta noche de los Oscar fuera, con poco margen de diferencia, una de las menos estimulantes de los últimos años. Ante tanto tedio, al menos la conducción de Steve Martín fue ácida y divertida y los números musicales más interesantes que en ceremonias anteriores, en particular los de Björk y Bob Dylan, en directo desde Australia. En definitiva, poca cosa ante semejante despliegue de lentejuela y traje Armani. Poco arte cinematográfico. Pero, nuevamente, ¿acaso los “Premios de la Academia” fueron alguna vez otra cosa?