Colaboración: La otra escalera del diablo

por © NOTICINE.com
El bar embrujado
Por Toni Berrocal   

Cualquier guionista con dos copas de más les contaría esta historia que corre como una leyenda y que los amantes del misterio conocen. Son cosas que alguien contó, que alguien afirmó y que otro escribió. Si la he querido quitar un poco del polvo que casi la desfigura y volver a interpretarla es porque me parece digna de otra película. Ustedes juzgarán.

Cuenta la leyenda que en una casa al pie de la serranía norte andaluza se encontraba un lugar llamado la escalera del infierno.

Dicen que su dueña era una solterona de treinta y pocos años amantes de los gatos y depresiva. Así que decidió cruzar el charco y viajar a la ciudad de Wilder, Kentucky, Estados Unidos, donde comenzó a trabajar en un club nocturno llamado Bobby Mackey’s Music World como camarera.  

El local fue reabierto en 1978 por su dueño, Robert Randall, nombrado así por su madre desde pequeño como otro Robert Randall, apodado Bobby Mackey, un cantante de country americano que estableció su club en uno de los cincuenta estados que, junto a Washington DC forman lo que hoy se conocen como los Estados Unidos de America.

Según se dice, pero nosotros no afirmamos nada, Bobby Mackey contaba que lo que él llamaba "su pequeño lugar de reunión familiar" fue inicialmente un matadero y que luego se convirtió en un viejo casino de apuestas donde interpretó su primer éxito titulado "I'll Go Down Swinging".

En la época en la cual el edificio donde se asienta el Bobby Mackey’s Music World existía y existe aún un pozo destinado al drenaje de la sangre de los animales, el cual, desembocaba a través de un sistema de túneles y tuberías directamente en el río situado muy cerca del enclave, la Puerta al Infierno.

Se cuenta que el cuerpo mutilado sin cabeza de una joven llamada Perl Bryan fue arrojado al pozo. A los pocos días del asesinato, dos hombres, Alonso Walling y Scott Jackson, se declararon culpables del crimen, y su ejecución tuvo lugar el 21 de marzo de 1897. Antes de morir, Alonso Walling lanzo una maldición y aseguró que volvería del más allá para hechizar estas tierras y a sus moradores.

También se cuenta que entre 1920 y 1950 el lugar albergó varios clubs nocturnos, en los que las actividades ilícitas como el juego, la prostitución, ajustes de cuentas y otros delitos, estaban a la orden del día hasta que en 1961 las autoridades consiguieron frenar tales desmadres. Hasta que diecisiete años después el cantante country Bobby Mackey compra el local.

La leyenda cuenta también que una mujer embarazada, llamada Johanna, hija del propietario del club, y diva del local, mantenía un romance con un cantante que actuaba en el club, Robert Randall.

El padre no aprobaba esa relación y asesinó a Randall. Dicen que Johanna murió envenenándose a sí misma, y también a su padre, autor de la muerte de su amante.

Robert Randall Mackey, el actual dueño, inmortalizó esta historia en una canción llamada "Johanna" en 1989.

Una noche aquella solterona salida de Andalucía amante de los gatos y con trastorno mixto ansioso depresivo estaba detrás de la barra sirviendo copas cuando una vieja gramola que estaba apagada comenzó a tocar canciones.

Casi al final de su turno mientras Daniela reponía las bebidas, se cayó desde el primer piso.

Cuando pudo levantarse le explico lo sucedido al gerente: "¡Una fuerza invisible me ha empujado, estoy segura!".

Algunos días después aquella mujercita acudió nuevamente al gerente Jay Paul afirmándole que en un pequeño apartamento que había alquilado a su llegada a los Estados Unidos escuchaba como un susurro llamándola con el nombre de Johanna una y otra vez.

Entonces, Jay Paul, que sabía lo que ocurría, decidió sentarse con ella y revelarle la verdad sobre el Bobby Mackey’s Music World.  

"Creo que debes saber la verdad, aquí hay objetos  que se han trasladado inexplicablemente, incluso hay gente que han oído sus nombres, y al darse la vuelta no había nadie en el club. Aquí hay casos hasta de posesiones, esto no es un lugar para tomarse a broma chiquita".

Daniela que era totalmente inconsciente e incrédula dejo largar una mofa y risas tras escuchar el relato de su encargado.

"Menuda tomadura de pelo, ahí te quedas con tus historias para no dormir, dejo el trabajo ¡me largo!".

Embarcada en el vuelo que la devolvía a España mientras sobrevolaba a quince mil metros de altitud el estado de Illinois uno de los motores del Boeing 737 explotó, soltando una metralla que salpicó al fuselaje y rompió la ventana de una de las pasajeras provocando una despresurización que dejo que el avión se volviera inestable.

Después que el avión consiguiera aterrizar a salvo en el aeropuerto de Chicago, Daniela, presa de pánico es traslada al Memorial Hospital, de donde no saldría hasta cinco años después.

Como si de una película de Roman Polanski se tratase tras la salir del psiquiátrico, consigue volver a España y casarse en estado de buena esperanza.

Al igual que Mia Farrow en la truculenta "La semilla del diablo" cree que el bebé que espera no es de este mundo.

Instalada en una casa señorial construida en el siglo XVI, aquella noche tiene horripilantes y extrañas pesadillas en la que se encuentra en una habitación rodeada de varios demonios que la violan continuamente.

Al despertarse halla en sus ante brazos insólitos arañazos, los mismos de que Jay Paul del Bobby Mackey’s Music World le habló.

En un estado de locura declarada acuchilla al recién nacido y desgarra la carótida de su marido mientras dormía plácidamente.   

A ella se la encontró ahorcada vestida de blanco en las escaleras de aquella casa señorial del siglo XVI con la única compañía de un gato negro a un costado de un cuerpo sin vida en aquellas escaleras conocidas como la escalera del infierno, mientras de fondo el sonido de una gramola retro tocaba aquella canción que Robert Randall Mackey cantaba en 1989: "Johanna".

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