Colaboración: La carambola de "Casablanca"

por © NOTICINE.com
Rodando "Casablanca"
Por Sergio Berrocal      

"Casablanca" es probablemente la película más retorcida de toda la historia del cine. Está hecha de sueños, y los sueños que no pueden fotografiarse ni siquiera filmarse... Un sueño que se pudiera grabar, aunque fuese con una cámara de única foto, la extraña Polaroid, desaparecería. Antes de la llegada de los teléfonos móviles y sus increíbles cámaras, quien quisiera hacer una foto tenía que pasar por un laboratorio, en el que, en el caso menos complicado del blanco y negro, se necesitaba manipular un baño de líquido revelador y otro de hiposulfito para fijar la imagen captada. Luego a secar y a esperar. Casi magia pura.

Para ser encantamiento no puede haber realidad. En cuanto que puede verse y palparse, el sueño desaparece y la película también.

De ahí a decir que "Casablanca" nunca tuvo que existir…

Si se examina y se deja uno de pasodobles pintureros, el filme es retorcido y jeroglífico, producto de la mente de los más de un guionista, algunos muy estudiados y con pasado y presente de escritores, que embrollaron al público desde el comienzo.

Podría apostarse que el primer millón de espectadores, o por lo menos un noventa y mucho por ciento de esos primeros asistentes a la película, nunca entendieron totalmente el enigma del gordo gendarme que oficia en el aeropuerto de donde finalmente parten todas las ilusiones, incluyendo a Ingrid Bergman. En los últimos planos, el gendarme arroja a la papelera una botella de agua vacía, de la que ha bebido toda la película, toda su vida irreal, con la reconocible etiqueta VICHY, el agua de mesa más clásica de Francia.

Pero Vichy, en ese momento preciso, cuando Humphrey Bogart, pese a su acento norteamericano, juega a ser un modélico héroe a la europea --entonces los héroes de ultramar nada más que fungían en las películas del Oeste por lo esencial-- era la capital de una Francia traidora para quienes seguían al General Charles de Gaulle, que refugiado en Inglaterra y contando con el apoyo del gobierno británico, trataban de poner en jaque al Mariscal Petain, jefe de Estado de la Francia ocupada por obra y gracia de Adolf Hitler.

Era la II Guerra Mundial (1939-1945).

La frase clave, la que hasta los más analfabetos reconocerían en un túnel, es "Siempre nos quedará París". Surge en el momento en que todo está perdido, cuando los amantes tienen que separarse, cuando ellos por lo menos reconocen haber perdido la guerra, no solo contra los alemanes sino su propia guerra, la que todos y cada uno de nosotros tiene que librar alguna vez por su cuenta y corriendo todos los riesgos.

Es difícil saber si fue un juego de los guionistas o una maldad de algún productor que chapurreaba intelectualidad francesa; la fórmula "Siempre nos quedará París" encierra más ambigüedad que esperanzas. A menos que…

En el momento en que ya se ha convertido en pensamiento culto, cuando la película todavía no se ha cerrado sobre el avión que se lleva todas las esperanzas del mundo, hay un fallo.

París, ese París del que los héroes derrotados esperan todo lo bueno, en el que basan el futuro de sus ilusiones, está ocupado con mano de hierro por las tropas alemanas que a diario encarcelan, torturan a los irreductibles patriotas y fusilan sin piedad.

En aquel momento, cuando a alguien se le ocurre la frase clave que dará la vuelta a los espíritus para siempre, "Siempre nos quedará París", la capital de Francia es el lugar menos seguro y menos apetecible de Europa para alguien que ansía libertad.

A menos que a quien se le ocurrió aquella bonita y hasta poética puerta de salida pensara que precisamente en aquel momento trágico, con los alemanes paseándose como amos por los Campos Elíseos, París podía ser la gloria…

¿Hubo algún colaboracionista, algún despistado de la historia para no prestar atención a tamaña afirmación? ¿Fue una perversa y malévola provocación? Puede parecer ganas de rizar el rizo, pero cuando se concibe "Casablanca" la II Guerra Mundial, está en su fase más crítica.

Estados Unidos esperó para intervenir en esta contienda decisiva para el mundo libre hasta 1941, cuando los japoneses atacaron la base naval estadounidense de Pearl Harbour,

El país que siempre ha dictado sus cuatro voluntades al mundo prefería la neutralidad a meterse en una guerra en la que Hitler parecía tener las mejores cartas del mundo. Y la guerra duraba desde septiembre de 1939.

¿En qué fecha exacta tuvo alguien en Hollywood la idea de "Casablanca"? ¿Sólo en 1942, que es la fecha oficial de la aparición en sala?

Es imposible olvidar que Hollywood se había convertido en el departamento de propaganda más eficaz del gobierno de Washington para combatir el embate de los nazis y de los japoneses. Es decir, ninguna película de guerra podía salir de los estudios hollywoodenses, ninguna película era pensada, planeada y concebida sin el visto bueno de la autoridad militar que tenía pautas muy precisas.

Era una época en que entre los guionistas solía haber gente acostumbrada a escribir novelas, a veces auténticas obras maestras como William Faulkner o John Steinbech y otros muchos,

Todos los que participaron en el guión final de "Casablanca", empezando por Michael Curtiz, conocían la obra teatral de la que se adaptó la película. Una obra que por lo demás pasó por el teatro sin pena ni gloria.

Pero, la pregunta sería: ¿quién tuvo la idea genial, una de las más rentables del cine, de convertir una simple frase de derrotado /"Siempre nos quedará París") en el eje que movería no sólo a los espectadores sino incluso a quienes probablemente ni vieron la película?

Porque esa mítica aseveración que hubiese podido parecer sacada de una profecía fue esencial para que la película dejase de ser una más de propaganda bélica y se transformara en una forma de pensar para millones de personas: "Siempre nos quedará París".

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