Crítica: "El poder del perro / The Power of the Dog", pasiones escondidas

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 "El poder del perro / The Power of the Dog"
"El poder del perro / The Power of the Dog"
Por Eduardo Larrocha       

En el  principio de "El poder del perro / The Power of the Dog" (2021), mientras aparecen los títulos de crédito, se oye  a voz en off de Peter (Kodi Smit-McPhee), el coprotagonista de esta película dirigida por Jane Campion: "Al morir mi padre yo sólo quería que mi madre fuera feliz… ¿qué clase de hombre iba a ser, si no la salvaba?".  Conviene estar atentos para escuchar  esa frase que da  sentido al drama y que se irá desplegando a lo largo de las más de dos horas de esta coproducción de Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido.
      
Sobre un paisaje hipnótico, casi onírico, de montañas que parecen esconder un secreto, conocemos a los hermanos Burbank. Ellos son Phil (Benedict Cumberlach) y George (Jesse Plemons). Son dos cowboys  que conducen su ganado hasta la tierra donde Rose, inefable Kirsten Dunst, regenta una posada. Será su hijo Peter, un aparentemente frágil y afeminado estudiante de medicina quien ponga en tensión toda la trama. Nunca vemos a la figura legendaria e invisible de Bronco Henry que años atrás salvó la vida a Phil, personaje en apariencia de ruda masculinidad del que se insinúa su homosexualidad. La película se va tejiendo con unos diálogos de frases entrecortadas y muchos silencios, mientras en la hacienda de los Burbank Rose se siente sola y atrapada. Por su valor simbólico y esencial nos quedamos con la escena en la que Peter, después de una cabalgada de vértigo, se detiene ante el cadáver de una res, víctima del carbunco. Se baja del caballo, se pone los guantes y rasga trozos de piel con la que luego  Phil terminará la cuerda que le va trenzando. ¿Qué misterio encierra este regalo?
     
Al parecer ha habido hasta siete intentos, en distintos estudios de los Estados Unidos, de llevar a la pantalla esta historia de mirada íntima a unos personajes difíciles y atormentados a los que dibuja con gran sutileza la directora neozelandesa.
      
"El poder del perro" está llena de doble sentido, de metáforas y de escenas que al sucederse o anticiparse dan coherencia al relato. Este western del siglo XX, contado en la pantalla en este siglo XXI, está basado en la novela homónima de Thomas Savage que en su traducción al español comienza con una cita de la Biblia "Libra mi alma de la espada, del poder del perro mi vida". Es un salmo del Rey David que hará aún más vivos los interrogantes que  van surgiendo según se desarrolla el guión, escrito por la propia Jane Campion. Todo apunta a que las excelentes interpretaciones del reparto, protagonistas y secundarios, además de la realización, la fotografía  y de la música de Johnny Greenwood convierten a "El poder del perro" en una firme candidata a los Oscars de Hollywood. Ambientada en Montana 1925,  "El poder del perro" ganó el Premio a la mejor dirección en el último Festival de Venecia. Se puede ver en la plataforma Netflix y también en algunas salas de cine. Seguramente no a todos los espectadores les gustará, pero es una obra maestra de Jane Campion, después de "El piano" (1993),  aquella impactante película con la que pudimos descubrir a la realizadora hace ya casi treinta años.

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