Crítica: "The Disaster Artist: Obra maestra", Oh hai James

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
"The Disaster Artist"
Por Benjamín Harguindey    

"Si vas a fracasar, fracasa espectacularmente". Nunca más apropiada la frase que en referencia a Tommy Wiseau, quien en 2003 financió, escribió, dirigió y protagonizó "The Room", considerada popularmente una de las peores películas de la historia del cine. "The Disaster Artist: Obra maestra" (2017) trata sobre la creación de aquella película. El resultado es una de las mejores comedias del año.

Qué apropiado que James Franco, además de protagonizar la película como Tommy, se ponga también en el papel de producirla y dirigirla. "The Room" es una de las mejores (¿peores?) "películas tan malas que son buenas", el tipo de indulgencia posmoderna que termina con gente "consumiendo irónicamente". Wiseau se ha convertido en el hazmerreír favorito de la cultura pop, pero en él sin duda Franco vio algo de sí mismo. Quizás el mismo tipo de ambición y pasión que lo llevaron a dirigir cine independientemente, no importa cuán pésimo sea.

¿A qué se debe la infamia de "The Room", además de ser un bochornoso proyecto de vanidad? Es una película mal dirigida, mal escrita, mal actuada. No hay un solo momento que sea plausible, ninguna reacción que sea creíble, nada que rescatar en un nivel técnico o artístico. Las escenas ocurren porque sí, no hay un efecto sumatorio, no se preserva la continuidad. Y en el centro de todo se encuentra Wiseau, un tipo que literalmente actúa con los ojos cerrados, apenas habla su idioma supuestamente natal, es incapaz de modular las palabras y musita sus líneas con una languidez engorrosa.

Franco no se queda con la caricatura de Wiseau - fácil de imitar, difícil de igualar - y construye un personaje que existe más allá de la gracia de sus bizarros manerismos y peculiar (in)expresión. Lo acompaña su hermano Dave Franco en el papel de Greg Sestero, el amigo y coprotagonista de Wiseau en la vida real; Greg posee el look tradicionalmente apuesto que Hollywood demanda de sus estrellas, pero como actor es de madera. Admira la desinhibición de Tommy y por ello se le suma en el espontáneo proyecto de abandonar todo y viajar a Los Ángeles en busca de fama.

El atractivo de la película es esencialmente el mismo que el de la infame "The Room": reírse de las ridículas pretensiones del "arte" de Tommy Wiseau y de su recalcada inhabilidad para comprender cómo piensa o funciona un ser humano normal (cualquier inconsistencia de guión, para Tommy, se resuelve con un sencillo "a veces la gente hace cosas porque sí"). Pero "The Disaster Artist: Obra maestra" también rescata un mensaje esperanzador y un poco conmovedor sobre el artista fracasado: aceptar la reacción del público, sea cual sea, y apreciar la forma en la que su obra afecta sus vidas, aún si es de manera involuntaria. El fracaso del pathos siempre es fascinante. ¿Importa si se ríen con él o de él? Peor es aburrir o dejar indiferente.

Al proyecto se suman varios de los colaboradores usuales de los hermanos Franco (Seth Rogen, Zac Efron, Bryan Cranston, Alison Brie); Rogen en particular aporta el tipo de presencia necesaria - serena, lógica - para rebotar su energía absurda. En cualquier otra producción de esta troupe cómica el resultado sería más improvisado y desenfocado, pero la película está firmemente anclada en el guión de Scott Neustadter y Michael H. Weber (sobre las memorias del propio Sestero) y jamás pierde la inocente perspectiva de Greg ni arruina el misticismo de Wiseau.

El famoso rodaje tarda en llegar pero hace valer cada minuto de espera. Salvando las distancias, Franco esencialmente cumple el mismo sueño que los hermanos Coen hicieron realidad con ¡Salve César! (Hail, Caesar!, 2015): pasear al espectador entre las bambalinas de un rodaje mítico. Los Coen nos llevan al glamour del cine de estudio de los 50s, Franco recrea el rodaje de una porquería, icónica al fin y al cabo, y extremadamente divertida de espiar.

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