Crítica: "Fences", las barreras del deber y del teatro

por © Correcamara.com-NOTICINE.com
Viola Davis y Denzel Washington, en "Fences"
Por Gustavo Ambrosio   

Cumplir con el trabajo. Llevar dinero a la casa. Tener hijos. Mantener con vida y alimentar a esos hijos. Preparar la comida. Lavar la ropa. Regresar a casa, tener algo de sexo o simplemente dormir. Así hasta que el sol entra y sale, en 24 horas, diariamente, mismas actividades, mismas responsabilidades, ¿qué se mantiene afuera de esas vallas impuestas?... La vida.

"Fences", obra teatral de August Wilson, justamente llevada al cine por un comprometido Denzel Washington, nos plantea una dramaturgia compleja acerca del deber ser del ser humano. De los yunques que nos ponemos a sí mismos, de aceptar lo que viene de la sociedad porque “eso nos tocó”. Sueños quebrados. Personajes que dan vuelta en círculos en un mismo patio de una casa, esperando salir despedidos de allí. Y muchas veces, la temida muerte quiere cumplir ese deseo.

El guión, adaptación del mismo Wilson, retrata la vida de Troy, un padre de familia dedicado a luchar por salir del puesto que tiene como recogedor de basura, mientras trata de lidiar con mantener a su familia: la buena esposa Rose y dos hijos que quieren cambiar su propia suerte.

De entrada, podría decir que la adaptación de la obra de teatro es impecable. Un ejercicio de diálogos y escenas que brotan segundo a segundo revelando el alma de los personajes y colocando picos dramáticos atípicos.

Sin embargo, la dirección del señor Denzel evoca demasiado a su representación teatral. Y sí, podemos sentir la claustrofobia interna de los personajes con sus decisiones de cámara, pero por un momento parece que estamos viendo una puesta en escena filmada en algún gran teatro de Nueva York. Las entradas de los personajes. Los cambios de escena. Todo, a un ritmo que difícilmente dejó atrás a su hermana de las tablas.

Estas mismas decisiones hacen que de pronto las escenas se tambaleen por el exceso de diálogo que deja poco al significado de la imagen.  El metraje se torna demasiado denso en alguna parte y rumbo al final se tiende a una exageración escénica. Ni qué decir del final…

En la misma sintonía, Washington otorga una interpretación un tanto desbordada, intensa sí, pero exagerada en muchos puntos. Un ejemplo son las escenas de su grito en la ventana o su última aparición.

Aún así, más por el personaje que por el actor, hay dos escenas desgarradoras que hacen brillar a Denzel. Cuando se desentierra el pasado de cada uno, las huellas y heridas provocadas por quien se supone deben cuidarnos. Los padres. Y darse cuenta que él está replicando el mismo patrón. Un ciclo de violencia emocional que lo orilla a tomar decisiones autodestructivas.

La que se lleva la película es Viola Davis. Sin más. Contenida. Poderosa. Con una diferenciación clara, me parece, de actuar para teatro y actuar para cine. Estamos ante una explosión emotiva en el punto exacto y de forma creíble. Transmite el pesar de una mujer que ha visto su vida pasar atada y reducida a un hombre que ha buscado la vida a través de las reglas que terminaron por asfixiarlo. Una mujer con la dignidad hecha trizas pero revitalizada por lo único que sabe: que asume sus decisiones.

El reparto se conduce y gira en torno a los protagonistas, y tienen momentos de vida que llaman a reconciliar el alma de aquellos individuos que se hacen llamar familia.

Finalmente, "Fences" es un logro dramático, que no cinematográfico, que deja bien claro que las personas terminaremos lastimándonos unos a los otros, en pos de un objetivo individual que es tener algún momento de felicidad. Una obra que nos dice que la muerte es un juez implacable y que la única que otorga libertad no es ella, sino la vida misma.

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