Crítica: "Aliados / Alliads", recreación insuficiente

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"Aliados"
Por Carolina G. Guerrero   

"Aliados / Alliads" (2016) nunca podrá sustituir a una obra de arte como "Casablanca", porque las obras maestras casi nunca son premeditadas. Robert Zemeckis ha reunido a dos grandes estrellas del firmamento cinematográfico actual, por un lado Brad Pitt, y por otro la francesa y desde hace mucho internacional actriz Marion Cotillard en un drama de espionaje que suena a ya visto.

En un principio esta película se iba a rodar en Cádiz, pero el equipo no convencido del todo desechó la idea, y finalmente se optó por las Islas Canarias. Zemeckis quedó satisfecho y seducido por los paisajes y las localizaciones para una buena parte del film, pero también puede pensarse que las desgravaciones que generosamente concede la Hacienda canaria ayudaron. Gracias a esa generosidad, en los últimos tiempos Canarias se está convirtiendo en escenario de múltiples trabajos cinematográficos nacionales y sobre todo internacionales. Aunque no esta confirmado, se baraja que esta cinta ha dejado en la isla una nada despreciable cantidad de euros, alrededor de unos 25 millones.

Es "Aliados / Alliads" una historia de espías guapos y glamourosos, que transcurre en la II Guerra Mundial, y Gran Canaria y Fuerteventura, se convierten en el Casablanca de la época del "Rick's Café, pero esta vez pasa del blanco y negro al color, perdiendo parte de esa magia y de esa credibilidad (pese a estar filmada en estudios) que el celuloide clásico imprime.

El film de Zemeckis ha contado con un presupuesto millonario, y todos los ingredientes para ser una cinta comercial de éxito, pero esta vez no ha podido ser.

La impostura sobrevuela constantemente en el aire, la pareja ideal no cuaja y no transmite al espectador ese amor intenso, que se le presupone a un matrimonio de espías, que se conocen en Casablanca actuando en una misión conjunta contra los nazis. Aunque al final hay piano y todo... aquí tampoco está Sam...

Brad Pitt interpreta el papel de Max Vatan, un espía canadiense, y Marion Cotillard le da la réplica metiéndose en la piel de una agente perteneciente a la resistencia francesa de nombre Marianne Beausejour. Pese a la inicial negativa de Max por mezclar negocios y sexo o amor, finalmente, el agente caerá rendido en los brazos de su compañera de batallas, total, pueden morir mañana...

Después de cumplir sus misiones, la pareja decide casarse y formar una familia, escenas un tanto rocambolescas en plenos bombardeos en Londres, que es donde los enamorados comienzan una nueva vida, pero claro todo no puede ser tan fácil y tan bonito.

El guionista de este proyecto Steven Knight, no se ha lucido esta vez, y el guion se queda cojo y vacío. La primera hora de proyección se hace larga, y la segunda no te la crees y resulta aburrida, solo hacia el desenlace hay una cierta incertidumbre, y una trama algo más intensa y de cierta acción.

El director comentó, que ha querido rodar con la misma técnica que en los años dorados de Hollywood, decorados suntuosos, coches que no se mueven, y sobre todo un vestuario y una estética muy cuidados, pero que de tan puntillosa también se hace un tanto artificial, aunque habría que destacar los diseños glamourosos que luce la actriz francesa, que le quedan como un guante.

Brad luce reluciente, ya se sabe que además los uniformes son un plus, pero quizás le falte esa fuerza que ha imprimido en anteriores papeles,y resulte menos creíble y algo estático, en definitiva, el resultado es cuando menos desalentador, una lastima que un cineasta como Zemeckis haya defraudado después de los inolvidables y brillantes títulos con los que nos hizo disfrutar en el pasado.

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