Crítica: "La luz entre los oceános", película entre las hojas

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
"La luz entre los océanos"
Por Benjamín Harguindey     
   
"La luz entre los oceános / The Light Between Oceans" (2016) es una película de época (principios de siglo XX), situada en una comunidad pastoral, embebida en un poco de intriga social y protagonizada por un galán trágico y una damisela presa del aburrimiento. Y debajo de todo hay un crimen por el cual tarde o temprano alguien debe pagar pero nadie quiere hacerse cargo.

Indudablemente bien actuada, ambientada y fotografiada, la nueva película de Derek Cianfrance –quien debutó con la emocionalmente devastadora "Blue Valentine" (2010)– es relativamente insípida. Se parece a un montón de películas similares y no se alza sobre ninguna en particular.

La primera parte se concentra en el súbito romance entre Tom (Michael Fassbender) e Isabel (Alicia Vikander). Él es un veterano conmocionado por la Gran Guerra, ella es una pueblerina con deseos de dejar el pueblo. No son personajes particularmente queribles. Él es un pusilánime amedrentado por una vaga sensación de culpa, ella es una egoísta que caza la primera oportunidad que tiene para dejar todo por una nueva vida. Así desposa a Tom, quien acaba de llegar al pueblo para tomar el lugar del viejo ermitaño que operaba el faro.

La segunda parte trata sobre el crimen en cuestión. Sin arruinar la trama, involucra el deseo de Isabel de tener un hijo, y la forma en que manipula a su esposo para cometer un crimen por capricho de ella. Tom demuestra su poca inteligencia presuponiendo que el crimen no tiene víctima, y al conservar evidencia incriminatoria por ningún buen motivo. Tom continúa incriminándose a lo largo de la historia; la película sugiere que esto está conectado a su misterioso pasado como soldado pero no se molesta en tratar la cuestión.

La tercera parte involucra a una tercera en discordia, interpretada por Rachel Weisz. A esta altura la trama se desenvuelve más o menos predeciblemente, simplemente porque la película no aporta demasiados elementos de entrada y es fácil relacionar lo poco que hay en ella –la culpa de Tom, el egoísmo de Isabel y la congoja de Weisz- son todos los factores que la trama necesita para plantearse y resolverse, con muy poco desarrollo de por medio. Como si la historia se desinflara por la mera presencia de los personajes, sin grandes sucesos o intervenciones.

Lo verdaderamente destacable del film son las actuaciones del dúo protagónico. Fassbender aporta primeros planos de sufrimiento silencioso y Vikander está excelente en un papel por lo demás ingrato. Este tipo de películas necesita actuaciones potentes para llenar todas las partes aburridas con algo que ver: gestos, venias, minuciosidades en la dicción o el lenguaje corporal. Consideren la cantidad de veces que alguien escribe o lee una carta en esta película –debe haber como una docena al menos– y cuan mundana es la puesta en escena, una y otra vez, de estas tediosas lecturas. Aquí la película traiciona sus orígenes como novela (basada en el libro homónimo de M. L. Stedman) y cuan literal fue el proceso de adaptación.

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