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Eric Tolédano y Olivier Nakache hablan sobre su comedia "C’est la vie / La fiesta de la vida / Le sense de la fête"

por © AContracorriente Films-NOTICINE.com
Olivier Nakache y Eric Tolédano
Los autores del éxito internacional "Intocable / Amigos / Intouchable", que ha merecido varios remakes a lo largo del mundo, regresan con una comedia más coral, "C’est la vie / La fiesta de la vida / Le sense de la fête" en la que narran una ceremonia de boda de alta alcurnia. Tras su éxito en Francia, la cinta llega este fin de semana a las pantallas españolas. Sus directores y guionistas, Eric Tolédano y Olivier Nakache, hablan en esta entrevista sobre este nuevo trabajo.

- ¿Cuándo les sobrevino la idea de "C’est la vie"?
E.T.: Esta película nace en el contexto bastante fatigoso de 2015. Olivier y yo estábamos quizá un tanto tristes y se hizo sentir la necesidad de ir hacia algo más festivo. La meta estaba en reír, en pasarlo bien al tiempo que describíamos las peculiaridades de la sociedad en la que vivimos. Y este deseo nace conjuntamente con el de ofrecer el papel principal a Jean-Pierre Bacri…
O.N.: De manera más anecdótica, también he de decir que la idea de una película se origina a menudo en el rodaje de la precedente, ya que la emulación hace emerger ideas. Pues bien, la primera escena de "Samba" transcurría en una boda: un largo plano secuencia nos llevó de la sala a estar entre bastidores. Era un buen compendio de lo que deseábamos hacer.  

- Para escribir los guiones, ¿proceden siempre del mismo modo?
 O.N.: En general, sí. Primeramente, durante doce o dieciocho meses investigamos sobre el tema escogido. Para esta película, hemos juntado nuestros recuerdos, pues en una época de vacas flacas, con el fin de financiar nuestros cortometrajes, Éric y yo ejercimos juntos gran número de trabajos en el ámbito de las fiestas, entre ellos el de camarero en las bodas. Hemos vivido, pues, entre bastidores, sentido la presión de este oficio y recogido muchas anécdotas acerca de la cuestión. Pero en el curso de la escritura, quisimos sumergirnos en las brigadas de camareros actuales, con el objeto de ver cómo trabaja en la sombra toda esa gente para lograr que los acontecimientos fueran extraordinarios. Fue en el curso de estas andanzas que comenzamos a dibujar nuestros personajes.
E.T.: Las más de las veces disponíamos todas nuestras ideas sobre la mesa, las trasladábamos a un tablón y luego las organizábamos en secuencias que nos repartíamos para escribirlas. Dado que nuestros dos ordenadores estaban cara a cara, y que cada uno de nosotros era el primer espectador del otro, nos enviábamos mutuamente lo escrito para comprobarlo de inmediato. Pero esta vez era algo atípica pues se había incorporado una tercera persona: Jean-Pierre Bacri. Siendo él mismo guionista, propuso sus servicios rápidamente. Disfrutamos del privilegio de disponer de su opinión acerca de las distintas versiones del guión, de probar las escenas y las réplicas con él tan pronto como se habían escrito. Era como un sueño, pues al tener su música en nuestros oídos, regresábamos al trabajo con energía redoblada.   

- ¿Por qué motivo soñaban con dirigir a Jean-Pierre Bacri?
E.T.: Sencillamente porque para nosotros ¡se trata de uno de los más grandes actores franceses! Siempre nos ha impresionado por la precisión de su interpretación, su ritmo y su manera de dar la réplica. Con él, no hay sino precisión. Me acuerdo de una escena en la que estaba al teléfono; era fascinante lo creíble que era. Los otros actores lo miraban como anhelantes por aprender de él. Por cierto, nunca ha habido tantos actores tras el monitor que cuando Jean-Pierre actuaba.
O.N. : Y además, si lo pensamos bien, Bacri está en el núcleo de todo lo que se quiere en el cine: resulta tan creíble en las películas de autor como en las comedias más populares, como Didier, mi fiel amigo. Cuida su singularidad, y cuando acepta un proyecto lo asume en su totalidad. Es todo un personaje del que nos encanta su modo de funcionar. Hemos tenido el privilegio de dirigir grandes actores como Gérard Depardieu (Je préfère qu’on reste amis), François Cluzet (Intocable) y él mismo.

- ¿En qué aspecto fue la boda un tema inspirante?
E.T. : Se trata de un evento en que cada detalle se escenifica. Es como una obra de teatro: un público, el vestuario apropiado y los papeles distribuidos (los testigos, los parientes, los compañeros…). La organización aparatosa que implica esta fiesta provoca inevitablemente gran stress, tensión, una mezcla de emociones… es un momento que concentra por fuerza desafíos conocidos. Es un contexto familiar para todo el mundo y al que siempre gusta volver; era un escenario ideal. Pero nuestro criterio estribaba en observar esa velada a través del prisma y la mirada de los que trabajan en la misma, los que la ven como un día cualquiera. La comparación, la diferencia nutren por fuerza las escenas cómicas.

- ¿Tuvieron en mente referencias cinematográficas?
O.N.: Desde luego, muchas de "Garçon!", de Claude Sautet. Generalmente, la filmografía de Sautet nos ilustra grandemente. Así, esta película nos ha inspirado en lo referente a los movimientos efectuados desde la cocina a la sala; muestra cómo se pasa de un universo a otro en un único plano, y cómo describir del mejor modo las relaciones entre los camareros que conforman la brigada de esa gran brasserie parisina. Y Sautet dispone todo de un cierto modo para que el espectador pueda entrar en la historia inmediatamente.  
E.T.: Relatos salvajes, de Damián Szifrón, también ha sido una referencia, pues esta película es como una radiografía de la sociedad argentina actual. Estábamos en plena escritura cuando descubrimos la película.
O.N.: Y cuando vimos el último sketch, uno de los más brillantes, comprendimos que estábamos definitivamente en la misma onda, pues a través de una velada organizada por inútiles que "se ajustan" a las circunstancias, el sentido de la fiesta resulta  un tanto un reflejo de la Francia actual.

- ¿Qué peculiaridades hay en el rodaje de un film coral?
E.T.: El inconveniente estriba en que cuando los actores se congratulan del reencuentro, ello puede convertirse rápidamente en un patio de recreo, y se hace necesario poner orden; la ventaja está en el estímulo general que circula por el plató. Pero lo excitante está en lograr que exista cada personaje y en que evolucione para que tenga una función en la historia. Hay algo de musical: somos los directores de orquesta y según el modo en que la película evolucione, se puede proponer a los intérpretes que añadan una pequeña nota o incluso que intenten un solo. Para componer una obra que suene bien, es preciso crear con cada actor una verdadera relación.
  O.N.: Reunir, en un mismo film, universos tan distintos como los de Vincent Macaigne, de Alban Ivanov, de Jean-Pierre Bacri, de Gilles Lellouche, de Suzanne Clément o de Jean-Paul Rouve es muy motivante. Cada día estimulábamos a nuestros actores para que la partitura fuera creativa y harmoniosa.

- ¿Elaboraron coreografías con anterioridad para dirigir a tal cantidad de actores?
E.T.: Hemos realizado un sinnúmero de ensayos y de puestas en escena para que cada uno pudiera intervenir en el momento adecuado y en el lugar preciso. Se hace necesario esforzarse muchísimo para lograr que la ilusión funcione y que todos los movimientos parezcan naturales. La única cuestión a plantearse es "¿es esto creíble?" Ése es realmente nuestro caballo de batalla, pues lo que nos gusta como espectadores está en creer en lo que vemos desde el primer segundo.
O.N.: El riesgo, cuando se narra una historia que evoluciona durante una velada y en un lugar concreto, está en que devenga demasiado teatral. Para evitarlo,  hemos tenido que encontrar, en un mismo enclave, escenarios variados con mucha circulación. De este modo, la cámara no está nunca estática, y sus movimientos aportan una energía, una tensión que corre a lo largo de toda la velada.
E.T.: Ese enclave lleno de recursos, inspirado por películas como "Las reglas del juego" o "El guateque", es casi metanarrativo para con nuestros oficios. Algunos tienen la sensación de que hablamos del séptimo arte a través de "C'est la vie" puesto que ésta se hace eco de ese mundo de hormigas que resulta un rodaje. En el cine, mucha gente prepara los planos entre bastidores para que todo sea lo mejor posible en la pantalla.  

- ¿Dónde la rodaron?
E.T.: En el castillo de Courances, cerca de Fontainebleau. Se trata de una construcción del siglo XVII que perteneció a Luis XIII...
O.N. : …y que tiene la peculiaridad de disponer en sus tierras de trece fuentes naturales. El terreno está impregnado de agua; hemos tenido que adaptarnos. Hemos de reconocer que este rodaje ha sido épico, pues el tiempo fue muy lluvioso y nos las vimos con situaciones muy difíciles. A manera de eco en el film, como Max y su equipo, hemos tenido, nosotros también, que adaptarnos a diario, y cada diálogo resonaba en el seno del equipo técnico como una evocación, un estado de espíritu.

- ¿Creen que en ocasiones el cine francés carece un tanto de sentido festivo?
E.T.: En efecto, muchas películas nos exponen hasta qué punto el mundo es duro, violento y angustioso. Esta película, si bien escrita durante el caos que vivimos en 2015, propone precisamente esta cuestión: ¿cómo retener, pese a todo, el sentido festivo?

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