Crítica: "Madame Marguerite", mentiras poco piadosas

por © NOTICINE.com
''Madame Marguerite''
Por Eduardo Larrocha  

“Madame Marguerite”, sexto largometraje de Xavier Giannoli (“Crónica de una mentira” “Chanson d’amour”), se inspira en la verdadera historia de Florence Foster Jenkins. Esta cantante norteamericana desafinaba con una voz mal encajada que no sería capaz de empastar en una gran Coral o pequeño Coro de Cámara. Menos aún hacerlo en solitario. En los años cuarenta del pasado siglo, Miss Foster tuvo la osadía de cantar como gran diva. Era rica, y su sorda vanidad añadida a los halagos de sus allegados la llevó a interpretar piezas de Ópera ante un público que se mofaba de ella en fiestas privadas y escenarios de Nueva York. Florence Foster llegó a grabar algún disco que ha entrado en la historia del disparate. Ni su marido ni sus amigos se atrevieron a contarle la verdad sobre su incapacidad para el bel canto. Creo haber escuchado en Radio Nacional, en los Clásicos Populares de Fernando Argenta y Araceli González Campa, esa grabación como ejemplo de lo que no se debe hacer con la música. En youtube hay un documental inglés en el que se puede escuchar la voz de la falsa diva.
     
A través del personaje principal de “Madame Marguerite” que encarna una excelente Catherine Frot - la recordamos genial en “La cocinera del presidente”- el realizador francés reinventa el guión y traslada las locuras de esta mujer a la Francia de los años veinte con sus vanidades, sus miserias y ambiciones. Entre el drama cruel y la comedia compasiva, esta coproducción franco-belga-checa nos habla de la necesidad que sentimos de vivir con una ilusión. La película advierte contra la creencia de que estamos dotados para aquello que soñamos y que ese sueño puede darse de bruces con la belleza y el arte, al ser alimentado por quienes dicen ser nuestros amigos. Ese es el daño de las mentiras cruelmente piadosas que nos llevan a engañarnos sobre nosotros mismos y a ser objeto de mofa.  
     
El personaje de Marguerite llega a enternecer cuando canta y derrapa de manera patética en “Casta diva” esa delicada pieza de “Norma” de Bellini. En otra sala, los invitados a la fiesta huyen de esa voz excéntrica y mal afinada, aunque luego entran a aplaudir y agasajar, para su propio beneficio. Marguerite va con frecuencia a escuchar Ópera y estudia cuatro o cinco horas al día con un malvado maestro de solfeo y canto que interpreta Michel Fau. La soprano cuenta además con la complicidad de su criado negro que le hace fotos con una gran cámara. El inmenso actor congoleño Denis Mpunga la retrata con poses y vestuario de gran diva. Entretanto el marido, André Marcon, simula averías en su coche para eludir su presencia en el bochornoso espectáculo.
    
Durante las poco más de dos horas por las que transcurren los avatares de “Madame Marguerite” se escucha la gran música en la voz de un personaje secundario que interpreta Christa Théret, una cantante contratada para dar brillo a la fiesta inaugural. La película se abre con una magnífica celebración de Purcell para seguir la ruta musical por Mozart y Vivaldi, pasar al jazz de Poulenc y hasta sonidos de ragas indios. En conjunto un banquete de buena música.  
    
“Madame Marguerite” llega este fin de semana a las salas de cine españolas. Se estrenó en la última Mostra de Venecia y luego en Francia, donde ha conseguido el César y el Premio Lumiére a la mejor actriz para Catherine Frot por ese personaje grotesco y a la vez tierno y humano.  Hay una película de Stephen Frears sobre el personaje real de Florence Foster cuyo estreno está previsto para mayo. Hasta entonces disfrutemos de esta burlesca trasposición libre de Xavier Giannoli.


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